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Comparecencia ante la comisión de revisión del Pacto del Agua de las Cortes de Aragón

Noticia - Texto COAGRET - Texto Ecologistas en Acción

El Periódico de Aragón, 12-VI-2002
SOLICITAN TAMBIÉN LA PARALIZACIÓN DE LAS GRANDES OBRAS
Ecologistas y afectados por presas piden diálogo

 
Reclaman en las Cortes un "cambio radical" en la política hidráulica

R. L. M. ZARAGOZA

La política hidráulica de las administraciones necesita un "cambio radical" y los problemas del agua deben abordarse desde el "diálogo" y buscando el consenso más amplio posible. Fue el resumen de las asociaciones ecologistas, culturales y de afectados por grandes embalses que ayer comparecieron en las Cortes de Aragón y que consideraron que la negociación hidráulica exige aparcar las obras más polémicas.

En una nueva sesión de la comisión especial de actualización del Pacto del Agua intervinieron Ecologistas en Acción, Apudepa, la Fundación Ecología y Desarrollo y Coagret (Coordinadora de Afectados por Grandes Embalses y Trasvases).

Chesús Ferrer, de Ecologistas, comentó que el Pacto del 92 y el Plan Hidrológico Nacional (PHN) "son los principales problemas medioambientales de Aragón" y reclamó un "cambio radical" en la política hidráulica del Gobierno central y del aragonés. En la misma línea, Miguel Solana, de Coagret, afirmó que el histórico documento "no es un instrumento válido" y que es necesario "un pacto social formalizado por las representaciones de todos los territorios implicados".

Desde la Fundación, su director Víctor Viñuales y su vicepresidente, José Luis Batalla, explicaron la iniciativa social de mediación puesta en marcha por la entidad, que ha permitido iniciar conversaciones con todos los implicados (regantes, afectados por embalses y organizaciones diversas). El objetivo, "buscar el consenso", tras constatar "un conflicto fratricida entre aragoneses".

OTRAS TESIS Belén Boloqui, de Apudepa, también hizo "un llamamiento general al entendimiento colectivo" y añadió una visión distinta: la protección del patrimonio cultural y la necesidad de impedir que las grandes obras acaben con la "identidad del paisaje cultural".

Sobre la mesa quedó la demanda de buscar fórmulas que acerquen al llano y a la montaña. Coagret y los ecologistas abogaron por desarrollar la nueva cultura del agua, basada en la gestión de la demanda y en el uso eficiente frente a la generalización de las grandes obras de regulación. Al respecto, Miguel Solana reclamó la paralización de los proyectos más polémicos (Yesa, Biscarrués o Santaliestra).

El mensaje final estaría resumido en las palabras de Viñuales: "Hay que crear un clima cívico social que pueda favorecer una posición común, reconociendo la legitimidad de todas las posiciones". Un conflicto en el que todas las partes tendrían que ceder.


COMPARECENCIA DE COAGRET EN LAS CORTES DE ARAGÓN

Buenos días señoras y señores diputados:

Acudimos a esta comparecencia en nombre de la organización COAGRET que acoge a las asociaciones de afectados por grandes embalses y trasvases en respuesta a la convocatoria que se nos ha hecho desde este foro de debate que son las Cortes de Aragón. Por lo tanto y, antes que nada, queremos comenzar agradeciendo esta llamada porque pocas veces los afectados por obras de regulación hemos tenido la ocasión, ya no de poder participar o contribuir a la toma de decisiones en los asuntos hidráulicos que afectaban directamente a nuestro territorio y a nuestras vidas, sino que ni tan siquiera a lo largo de la historia se nos ha ofrecido la oportunidad de ser escuchados.

Pero estamos aquí también, y queremos decirlo con toda rotundidad, porque siempre hemos demandado DIÁLOGO. Esa fue una de las reivindicaciones del histórico paro de la montaña del 25 de octubre de 2000 y para nosotros sigue siendo una reivindicación viva. Pero dejémoslo claro, estamos por el diálogo con mayúsculas, no por las escenificaciones puntuales o para la foto. Porque el diálogo debe estar basado en el trabajo técnico riguroso, en el contraste de alternativas, en la eliminación de los dogmas preconcebidos y, sobre todo, libre de la presión que para nuestros territorios y habitantes supone que la administración pretenda seguir adelante, como si nada hubiera cambiado en los últimos años, con las grandes obras de regulación que incluye el Pacto del Agua.

Además de un porqué también tenemos un para qué estar hoy aquí. Hemos bajado aquí a explicar nuestros argumentos pero también para traer el dolor, aunque sólo sea una parte, que la política hidráulica ha generado en el pasado en las zonas afectadas por embalses. Para derramar en estas mesas una parte de las lágrimas vertidas por quienes tuvieron que abandonar sus casas mientras el agua de los embalses inundaba sus huertas, sus caminos, sus casas y parte de sus vidas. Para recordar el vacío y falta de expectativa que se generó en quienes con sus vecinos vieron marchar amistades, familias, negocios o servicios. Para decir que Aragón no fue generoso en el pasado con quienes, en aras de un supuesto bienestar general, sufrieron un desgarro en sus vidas irreparable

Pero vamos también, y sobre todo, a hablar del hoy.

Desde nuestro punto de vista en Aragón, y en la cuestión hidráulica, partimos de un desenfoque inicial que es clave para entender porqué la sociedad aragonesa ha llegado a un grado de fractura social en esta cuestión como nunca lo hubo en el pasado.

En primer lugar el Pacto del Agua no es un instrumento válido para resolver el contencioso que sobre los usos del agua en general y los ríos en particular tenemos en Aragón. Todo acuerdo político, y el Pacto del Agua tuvo la voluntad de serlo, debe contar con la opinión de los sectores sobre los que pretende incidir, con la participación de la sociedad civil, y esto se olvidó. Se olvidó a los que habían de ser claves en un Pacto de este estilo, los afectados que habían de ver sus valles y casas, en algunos casos por segunda vez, amenazadas de destrucción. Las pequeñas menciones que de ellos se hacen no tienen la menor entidad con respecto al cuerpo del documento y más parecen una declaración de buenas intenciones que la consecuencia de una reflexión rigurosa sobre lo que suponen los grandes embalses allí contemplados. Este Pacto se fraguó de espaldas a las comarcas que en el pasado, y se pretende que en el futuro, soportan el peso de las regulaciones hidráulicas y por eso desde estas comarcas se ha dicho con reiteración, desde la sociedad y desde las instituciones, que ya basta. Que el precio pagado fue demasiado duro y que no se está dispuesto a volver a ser el pagano de esta historia, insaciable para quienes aprovechan en la distancia las plusvalías del agua regulada, e interminable para quienes, a cambio de nada, tienen que soportar las servidumbres de sus valles inundados.

No se puede legislar contra una parte del territorio. Puede ser legal pero no es legítimo.

En segundo lugar este Pacto está basado en los mismos principios que el PHN. Cambia el escenario aunque el guión es el mismo para una escala diferente. Lo que en uno es la montaña en el otro es la Cuenca del Ebro. Lo que en el primero es el llano en el segundo es el litoral. Lo sustantivo del Pacto del Agua son media docena de grandes embalses y el resto, abastecimientos, depuración, erosión o espacios naturales, son aspectos de escaso contenido que compartimos en su práctica totalidad. Esto es así de la misma forma que lo sustantivo del PHN es el trasvase que, como no puede ser de otra forma, se ha visto acompañado de múltiples medidas que podrían resultar de amplio consenso.

Como beben de las mismas fuentes, ambos pueden ser rebatidos con argumentos similares y por ello muchas de las alegaciones planteadas por el GA y apoyadas por estas Cortes al PHN se pueden utilizar para combatir el PA, como por ejemplo:

·        Planificar en los comienzos del tercer milenio sin introducir la variable económica.

·        Ausencia de medidas para gestionar la demanda.

·        Reducir estos planes a un catálogo de de obras hidráulicas.

·        Desconocimiento de aspectos ambientales previos.

·        Nula concepción dentro de presupuestos de ordenación del territorio.

·        Descoordinación con los resultados del PNR.

·        La monográfica actitud trasvasista del PHN 2000  o hiperreguladora del PA contraponen claramente los principios de la Directiva marco comunitaria de gestión sostenible del agua.

·        No garantizan la aplicación del principio de recuperación de costes que es esencial a dicha Directiva

·        Difícil compatibilidad con la Estrategia Territorial Europea “Hacia un desarrollo sostenible y equilibrado del territorio”.

·        No se ha realizado una evaluación ambiental conjunta.

·        Ausencia de un estudio coste-beneficio

Y evidentemente no es un Pacto que se cimentara sobre documentos que se encuentren instalados en una NCA

En este capítulo y para terminar queremos manifestar nuestro convencimiento de que este Pacto ha resultado más útil a los estrategas que han preparado el terreno al trasvase del Ebro (necesidad de un acuerdo previo en Aragón) que a quienes buscaban instrumentos políticos para satisfacer las demandas reales de Aragón. El devenir de la historia de algunos de sus protagonistas no puede por menos que darnos la razón.

Llegados a este punto desde COAGRET queremos indicar cuales habrían de ser los puntos de partida para un enfoque posible y que selle la fractura social creada en la sociedad aragonesa por la cuestión hidráulica:

  1. El reconocimiento de la deuda histórica con los territorios afectados por emblases en el pasado,
  2. el análisis riguroso y sosegado de nuestra realidad de comienzos del siglo XXI
  3. y un aprovechamiento del recurso  basado en una NCA.

Las regulaciones hidráulicas llevadas a cabo a lo largo del siglo pasado, especialmente en los grandes ríos pirenaicos (Aragón, Gállego, Cinca, Ésera o Noguera) son un elemento clave a la hora de comprender el declive padecido por nuestras comarcas de montaña.

Entre 1900 y 1991 la Jacetania pasó de 28037 a 16007 hab., con una pérdida de población del 43%, el Sobrarbe pasó de 22794 a 6638 hab., con una pérdida del 71% y la Ribagorza de 33564 a 11915 hab, con una pérdida del 65%. Tan sólo el Alto Gállego como consecuencia del desarrollo industrial de Sabiñánigo retuvo su población en mayor medida pasando de 13187 a 12297 hab., con una pérdida del 7%.

En todo ello tuvo mucho que ver que en torno a 4000 personas fueron desalojadas y 30 pueblos quedaron despoblados. De 8 a  9 mil hectáreas de fondo de valle, zonas fundamental para el desarrollo en la montaña,  quedaron anegadas. Los cambios de paisaje, aspecto esencial para los pobladores de estos valles, resultaron espectaculares a causa del abandono de cultivos de laderas y las masivas repoblaciones forestales tendentes a evitar la erosión que aterrara los embalses construidos. Los ríos perdieron su funcionalidad histórica y desde el punto de vista ambiental se inundaron las cubetas que resultaban ser de los pocos enclaves en el Pirineo meridional con suelos ricos sobre los que se explotaban prados fértiles. Además, la desvertebración territorial y disminución del potencial demográfico y productivo de estas comarcas se agravó ante la inexistencia de planes de restauración territorial. Estos deberían haber contemplado no sólo el sistema de compensaciones a escala general, sino la restitución de la estructura y jerarquía urbana afectada, la participación en las plusvalías que iban a generar las infraestructuras construidas y la optimización de las mismas para uso y beneficio de dichas comarcas. Lejos de articular una política que buscara causar el menor daño posible, se impusieron decisiones orientadas a acabar con las posibilidades de supervivencia de las comarcas afectadas por embalses.

Pero lo más grave de todo es que se gestó una estructura administrativa de corte colonial, especialmente respecto al Pirineo, que imposibilita afrontar una gestión del agua respetuosa con las minorías, en las que se puedan valorar otras funciones del agua, además de la productiva, esenciales para nuestras comarcas de montaña.

La montaña no puede seguir soportando nuevos impactos como consecuencia de más grandes embalses, necesita conservar sus fondos de valle y riberas que le quedan para poder desarrollar estos espacios estratégicos y tiene derecho a una compensación territorial por el impacto histórico ya sufrido. Este debería de ser el primer reconocimiento para establecer una futura política hidráulica

El segundo tendría que asentarse en un análisis de nuestra realidad de comienzos del siglo XXI. A mediados de la década de los cincuenta las actividades agrícolas generaban un 25% del total de la producción aragonesa, tasa que se ha ido reduciendo hasta llegar a un 7% hoy día. La población ocupada en la agricultura  ha pasado de ser un 24% en 1977 a ser un 8% en 1999. La redención del territorio por el agua y su posible industrialización a través del aprovechamiento agrícola constituye un “modelo de desarrollo” superado y que en la actualidad sólo siguen los países que tienen la desgracia de llevar un retraso que los equipara a la España de los años cincuenta (Turquía, Marruecos,..) y que de no ser por las restricciones y el proteccionismo de la PAC llenarían con sus productos nuestros mercados. Sólo en el año 2001 la comarca de Cinco Villas recibió más de 48 millones de € frente a los 25 millones de € que recibieron el conjunto de nuestras comarcas pirenaicas. La política agraria de la UE se encamina decididamente, a través de la Agenda 2000, a una política que abandone el productivismo y proteja la actividad y la dedicación, en el marco de unos parámetros de sostenibilidad ambiental y territorial.

En este marco resulta fundamental aclarar que cuando se habla de política hidráulica se habla de política de regadíos ya que el 90% de los recursos hídricos regulados en Aragón se consumen en los grandes sistemas de regadío.

Frente a esa pérdida de peso del sector agrario existe un creciente auge de las economías asociadas a unos usos del agua diferentes. El valor de los espacios naturales, y los ríos entre ellos tienen una importancia capital, crece espectacularmente en una sociedad cada vez más urbana  y que encuentra en los deportes de aguas bravas, los senderos históricos o los itinerarios culturales un contrapunto a sus actividades cotidianas. Son valores que de forma decisiva están contribuyendo a impulsar, desde la articulación turística, comarcas de montaña que como indicábamos han pasado por un grave proceso de desarticulación y despoblación. La correcta delimitación de LICs o preservación de patrimonio histórico es clave para no hacer peligrar estas nuevas líneas de futuro.

Desde 1867 hasta el 2000 Madrid ha crecido, en población, más de 900%, El País Vasco más del 350%, Cataluña más del 250% y Valencia casi un 200%. Mientras tanto Aragón sólo lo hizo en un 28% y las comarcas hacia las que se derivó el ingente esfuerzo de las transformaciones en regadío descendieron desde 1900 (Cinco Villas un 8% o Monegros un 20%).

En cierto sentido podemos afirmar que la historia de la economía nos dice que las expectativas de aquel modelo de desarrollo, “la política hidráulica”, no se cumplieron.

Desde el punto de vista de COAGRET y sentadas las bases anteriores puede comenzarse a hablar de una nueva política desde lo que hemos dado en llamar NCA. Los principios rectores de la misma son:

  1. No inundar los valles de la montaña ni secar los deltas de los ríos, casa y sustento de generaciones que vivieron en ellos y a cuya identidad contribuyeron
  2. Conservar los ríos y el patrimonio que en su curso ha florecido a lo largo de la historia y devolver a sus aguas las funciones y atributos más esenciales.
  3. Gestionar el agua desde el principio de solidaridad sabedores de que es una herencia común de todos, que hemos recibido las generaciones presentes, y que debemos transmitir en las mejores condiciones posibles a las generaciones venideras.
  4. Ahorrar y preservar la calidad del agua alterando lo menos posible los sistemas naturales, reduciendo en origen la carga contaminante y restringiendo paulatinamente las demandas de depuración.
  5. Gestionar de forma sostenible los recursos hídricos haciendo frente al despilfarro, mediante el ahorro, las mejoras en el uso eficiente y la reutilización.
  6. Instaurar la cultura de la participación y la imaginación, capaces de dar cabida a las sabias estrategias del pequeño bien hacer, y a la subsidiariedad, como formas obligadas de gestión.
  7. Vivir el agua con nuestra realidad de país mediterráneo, una realidad restrictiva, incompatible con la cultura del bien libre, que predica la oferta ilimitada de agua con cargo al erario público.
  8. Abandonar la dialéctica demagógica de un falso productivismo del agua (especialmente en el regadío) para incorporar criterios serios de valoración económica y recuperación íntegra del coste, en la perspectiva de una gestión sostenible del desarrollo.
  9. Aprovechar las aguas superficiales y subterráneas como un recurso unitario, sabedores de que forman parte de un mismo ciclo y de que luchar contra la sobreexplotación de los acuíferos y su contaminación es la mejor aportación que podemos hacer para ese aprovechamiento conjunto.
  10. Defender para el agua el concepto de recurso público gestionado en base al interés general evitando su mercadeo y conversión en objeto de especulación.

Hace falta valentía política para dar carpetazo a una visión histórica sobre el agua hoy imposible. Animamos a esta visión histórica porque con ella:

§         Tendremos argumentos y razón para oponernos al trasvase y al PHN. Oponerse a cualquier trasvase del Ebro y al propio tiempo defender vehementemente la construcción de más grandes embalses en Aragón es incurrir en una evidente contradicción. No es posible fundamentar la oposición al trasvase basándose en un principio de “equidad territorial”, pero al propio tiempo olvidarse de ese mismo principio cuando se trata de grandes infraestructuras hidráulicas en Aragón.

§         Es posible llegar a un Pacto social en Aragón, desde un marco de diálogo, igualdad, intercambio justo y desarrollo compartido que permita ceder agua sin perder tierra, población, territorio y naturaleza. Un acuerdo cuyos resultados habrían de dar lugar a inversiones y requerirnos esfuerzos para un horizonte hoy por hoy inabarcable.

§         Tomamos un camino acorde con la política marcada desde Europa que podemos rentabilizar incluso económicamente. La DMA va a obligar a que antes del 2010 los Estados miembros deban garantizar la internalización de los costes generados por las infraestructuras hidráulicas en los hogares, las industrias y la agricultura eliminando las ayudas directas y las subvenciones cruzadas existentes ahora. Frente a esto, el desarrollo rural va a condicionar la política europea pero desde una óptica integradora y donde la agricultura habrá de ser multifuncional. Aragón tiene mucho territorio y futuro si con su regadío actual, bien tecnificado, y con su secano sabe evolucionar hacia la agroindustria y la calidad, y una agricultura apoyada por los servicios, el turismo y las industrias especializadas.

§         Articularemos a la sociedad aragonesa al reforzar el papel del agua como elemento identitario del todo y no de la parte, combatiendo su actual papel como elemento de fractura social. En la montaña se ha llegado a instaurar el miedo a vivir junto a un río, a vivir junto al agua, y esto es profundamente injusto.

§         Es el único camino posible. Lo contrario es la esterilidad y frustración. La nefasta concepción y desarrollo de los proyectos que impulsan las grandes obras de regulación, junto con las presiones políticas a que fueron sometidos algunos de los técnicos que debían de informarlos, han hecho que estén llenos de irregularidades, errores, vacíos o simplemente falsedades. Es por ello que poco a poco se van desmoronando ante las decisiones de los tribunales arruinando esperanzas engordadas demasiado alegremente. No lleguemos a que sean los tribunales quienes hayan de parar estos proyectos y adelantémonos evitando que en la sociedad aragonesa se siga creando un cisma y unas heridas difíciles de cicatrizar

Queremos terminar esta intervención con una reflexión final y haciendo un especial hincapié en algunas de las demandas que hemos ido desgranando a lo largo de nuestra intervención.

Al hablar del agua en Aragón no podemos hacerlo en términos de mayorías y minorías. El "Manifiesto por la Dignidad de la Montaña", que es un documento que recoge la salvaguarda de los intereses del medio rural que siempre ha sido objeto y nunca sujeto de decisiones, aunque no se ubique en la montaña, firmado en Boltaña el 1 de mayo de 2000, ya proclamó que todos somos minoría en algún momento. Hoy, Aragón está legitimado para la lucha social que mantiene contra el PHN porque no puede alegarse su minoría respecto a otros territorios destinatarios de las aguas trasvasables como argumento para mantenerlo silenciado. Pero igual de legitimados están los territorios amenazados por embalses. En el tema del agua no hay una dialéctica entre mayorías y minorías sino un conflicto entre dos partes iguales, dos territorios que tienen el mismo derecho al desarrollo. Pero, además, al hablar del agua en Aragón debemos hacerlo en términos de derechos humanos porque a este apartado pertenece el de la elección de territorio para vivir, el del respeto al patrimonio heredado de nuestros antepasados o el poder crear un horizonte para nuestros hijos libre de amenazas y sufrimiento.

También debemos reflexionar sobre una excesiva tendencia que se observa en los poderes públicos aragoneses que confunde mundo rural con regadío. El mundo rural es mucho más rico y tiene muchas más posibilidades que las que se circunscriben al terreno del regadío. La mayor parte del territorio aragonés siempre será de secano y también tiene derecho al futuro. El medio rural dentro de poco será un privilegio. Es hora de que comencemos a trabajar por él con inteligencia y nuevas miras, libres de hipotecas y fundamentalismos del pasado.

Para que quede nítida nuestra postura queremos resaltar:

  • El Pacto del Agua no nos parece un instrumento válido. Es mucho más un programa de grandes obras que un verdadero Pacto. Frente a él pedimos un Pacto Social formalizado por las representaciones de todos los territorios implicados.
  • El diálogo social es la estrategia plateada desde el primer momento por COAGRET. Un diálogo riguroso capaz de sentar en la misma mesa las aspiraciones del llano que pretende seguir regando y la montaña que no puede perder más territorio y población. Para que este diálogo sea creíble es imprescindible la paralización de las grandes obras de regulación que han demostrado tener una gran contestación social.
  •  La NCA es la filosofía que debe alumbrar la política de aguas en Aragón. Está planteada para la búsqueda de soluciones frente a las viejas políticas que generan conflictos. Por eso es la alternativa
  • La democratización de los órganos de gestión del agua es una tarea inaplazable e imprescindible. Nunca se ha considerado que los afectados pudieran estar representados en El Consejo del Agua o en las Juntas de Desembalse. La montaña y cualquier territorio sobre el que se haya realizado  una regulación de caudales, aspira a negociar la política hidráulica y esto es condición previa a cualquier otra consideración.

DIGNIDAD es una palabra que ha tomado cuerpo en las movilizaciones contra los grandes embalses que contempla el Pacto del Agua. Escuchen ese grito que pide para hoy el respeto a la montaña que no se tuvo con la política hidráulica del pasado.

 Zaragoza a 11 de junio de 2002


COMPARECENCIA DE ECOLOGISTAS EN ACCIÓN EN LAS CORTES DE ARAGÓN
Desde Ecologistas en Acción queremos aprovechar está comparencia para hacer llegar a sus señorías nuestras propuestas sobre el Pacto del Agua y en definitiva sobre la política hidráulica en nuestra comunidad autónoma. Y podemos comenzar con nuestra reflexión: La palabra "actualizar", ya de por sí, pero además dentro de los términos en que se ha expuesto por algunas de sus señorías en los medios de comunicación, sinceramente nos sabe a poco. Desde nuestro colectivo apostamos por un cambio radical en la política hidráulica que tanto desde el Ministerio de Medio Ambiente del Gobierno estatal, como desde el Gobierno de Aragón se está promoviendo.

No entendemos, que se siga defendiendo el Pacto del Agua, que se siga apostando por un documento, que no vamos a discutir que en su día contó con un acuerdo político, pero que hoy no existe dicho acuerdo y menos un acuerdo social. También permítanme que a lo largo de mi exposición nombre indistintamente la política hidráulica que se realiza en Aragón, como Pacto del Agua o PHN, pues para nosotros no hay diferencia, se trata de la misma política hidráulica. (El Pacto del Agua es el extracto aragonés del PH de la cuenca del Ebro).

Permítanme y dado que hoy están interviniendo otros colectivos con los que coincidimos de manera general en planteamientos sobre este tema, en que aunque realice una valoración general del Pacto del Agua, me intente centrar más en la materia que trabajamos principalmente desde Ecologistas en Acción, como es el medio ambiente, dado que el resto de comparecientes tocarán sin duda con detenimiento otros enfoques: económico, social, cultural e histórico, ...

Desde Ecologistas en Acción consideramos que tal cómo está avanzando la ejecución del llamado Pacto del Agua y las últimas noticias de las que se tienen conocimiento debería llevar a una reflexión y análisis sobre la política hidráulica en la comunidad autónoma de Aragón, que debe llevar a dar nuevos pasos. Pasos que, como ya hemos comentado, deben ir más allá de una simple relectura del Pacto del Agua y deben estar basados, de una vez por todas, en un importante consenso entre todos los sectores sociales implicados, no solamente políticos.

La reciente sentencia de la Audiencia Nacional, considerando nula la tramitación del proyecto del embalse de Santaliestra, sobre el río Ésera, pone en evidencia las malas maneras con que las administraciones implicadas están llevando a cabo las grandes obras de regulación previstas. La sentencia viene a corroborar lo que se ha venido diciendo sobre este proyecto: ocultación de informes, dejadez de funciones, las administraciones como promotoras de situaciones de indefensión de los afectados y de las afectadas, contestaciones de los políticos responsables a los informes que advertían de los riesgos que conllevaba la construcción de este embalse a las poblaciones situadas aguas abajo sin datos técnicos donde apoyarse... Desgraciadamente desde los colectivos que hemos seguido los procesos administrativos de las grandes obras de regulación en Aragón, sabemos por experiencia, por que nos ha tocado sufrirlo, que el caso de Santaliestra no es un hecho aislado en ese sentido y que existe una gran semejanza con otras tramitaciones de embalses en nuestra comunidad. Proyectos sobre los que existe un número importante de recursos judiciales que esperamos que tengan el mismo fin.

Actuaciones políticas, apoyadas por este cámara, como que se declare urgente la ocupación de los terrenos para ejecutar el recrecimiento de Yesa y los embalses de Biscarrués y Lechago, entre otros, mediante la Ley 24/2001 de Medidas Fiscales, Administrativas y del Orden Social, en lugar del habitual trámite de expropiación por acuerdo del Consejo de Ministros, evitando de esta manera la posibilidad de que pueda ser recurrido, da una nueva pincelada en la forma, permítanme, aunque sea ajustada a derecho, que la defina como prepotente, con que la administración actúa, mientras habla de consenso.

La resolución por la que se formulaba la Declaración de Impacto Ambiental del proyecto de embalse de Jánovas, ya tenía que haber supuesto una llamada de atención sobre el futuro del Pacto del Agua. Ahora sorprende, que se busquen "alternativas" a este embalse, cuando nunca se llegó a justificar, sino es desde los intereses de las compañías eléctricas. Se está hablando de una nueva regulación en el río Susía. Las cosas de nuevo se empiezan a hacer mal desde el principio. De nuevo se carga sobre un territorio, el Pirineo, una obra de regulación más; se toma una decisión política, anunciada a bombo y platillo, sin contar con los datos técnicos oportunos.

Mientras tanto los embalses laterales siguen sin construirse. Desde nuestro colectivo queremos exigir responsabilidades a los cargos políticos en materia hidráulica, por su nulo interés para que avancen los embalses que son totalmente necesarios para fomentar el ahorro y la eficiencia del uso del agua en los polígonos de regadíos de nuestra comunidad. La construcción de estos embalses son, en algunos casos, suficientes para cubrir las demandas reales de agua en algunas zonas, con lo que su construcción pondría en evidencia algunos proyectos de grandes embalses. Nos estamos refiriendo a embalses como el de San Salvador y otros previstos en el canal de Zaidín, o Malvecino y Laverné, entre otros, aunque estos últimos parece que llevan adelantado su trámite administrativo.

Pero antes de lo ocurrido con la sentencia sobre Santaliestra y la Declaración de Impacto de Jánovas, ya tenemos el ejemplo del embalse del Val, único referente existente del Pacto del Agua. Referente que debería hacernos reflexionar sobre el apoyo a la ejecución del Pacto del Agua. Se trata de un embalse que se construyó, ya no sin contar con los afectados, sino con los usuarios expectantes; que de un presupuesto de 8.500 millones, se llevan pagados hasta el momento 19.000 millones, un 225%, suponiendo un gasto para los agricultores usuarios prácticamente inasumible, estamos hablando de 50.000 pts./ha/año; un embalse donde después de varios años construido todavía no se ha establecido el reparto de caudales, ni se espera hacerlo pronto, cuestión sobre la que existe un silencio sospechoso por parte de los responsables políticos (véase comisión de seguimiento del Pacto del Agua), medios de comunicación, promotores del proyecto (regantes y ayuntamiento de Tarazona), ...; un proyecto cuyas obras "complementarias" (canalización de los ríos Queiles y Val) han supuesto, por sí solas, el destrozo de uno de los ríos mejor conservados en cuanto a riqueza biológica de la margen derecha del Ebro, además de multiplicar los riesgos de avenidas sobre la población de Tarazona; un embalse con el objetivo de trasvasar aguas a comunidades vecinas (Navarra y La Rioja), que si bien nuestro colectivo no quiere entrar en un tema como la territorialidad, se trata de una cuestión ampliamente denunciada por el Gobierno de Aragón en otros casos y apoyada en éste; y podríamos seguir ...

Como ya hemos expuesto en multitud de ocasiones el Pacto del Agua y el PHN se centran en dar un oferta, totalmente desproporcionada, para la demanda real y sin llegar a estudiar esta última. Consideramos que es de cajón, que antes de ponerse a realizar un inventario de obras hidráulicas se debería haber analizado con seriedad la demanda que se pretende cubrir. Queremos llamar la atención, como de obligada referencia, la necesidad de realizar en Aragón algo parecido al "Inventario y caracterización de los regadíos en Andalucía", realizado por la Consejería de Agricultura y Pesca de esa Comunidad Autónoma durante los años 96 y 97. Este inventario profundiza en el conocimiento de los regadíos andaluces, tanto desde el punto de vista de la utilización del agua según su origen, como en los datos socieconómicos asociados a dicha utilización. Destaca también por su claridad y transparencia de los datos aportados ya que son públicos a través de una página web.

La disponibilidad de dicho inventario en nuestra comunidad obligaría, con toda seguridad, a la revisión de documentos como el Pacto del Agua y el PHN y permitiría la elaboración de una política de aguas más ajustada a la realidad; y conduciría a una mayor objetividad y serenidad en los debates entre comarcas afectadas por grandes obras de regulación y comarcas expectantes de las mismas.

En la actualidad para analizar la demanda debemos basarnos en el Plan Nacional de Regadíos, elaborado por el actual Gobierno estatal y apoyado en la firma del convenio de colaboración por el Gobierno aragonés. Un plan que a pesar de recoger la ejecución de nuevos regadíos en seis grandes polígonos de nuestra comunidad hasta el horizonte del 2008 y posteriores, no hay que olvidar que pone en duda la rentabilidad de dichas explotaciones. Nos estamos refiriendo, como ya sabrán, a los regadíos de Bardenas II, Calanda-Alcañiz, Canal del Cinca, Canal del Civán, Monegros I 4º Tramo, Monegros II.

Aún así este documento (PNR) prevé una demanda nueva de agua (recursos adicionales a los ya existentes) para uso agrícola en Aragón de 272 Hm3. Si esto lo dice un documento oficial de planificación de las explotaciones agrarias, debería estar más que claro que el objetivo de parte del resto de los 2.100 Hm3 que se esperan regular con las grandes obras del Pacto del Agua, será ser almacenados para el trasvase del Ebro al arco mediterráneo.

Por este motivo, es necesario un replanteamiento de algunos de los proyectos hidráulicos que están siendo tramitados. Los cuales deben tener estudios de viabilidad y de rentabilidad (informes de coste-beneficio). Si no, pasará, como el caso comentado del embalse del Val, que la obra será inasumible para los regantes, así como que la mayoría de los embalses proyectados en la margen derecha no se llegarán a llenar o a cumplir unos mínimos viables de regulación.

Desde nuestro colectivo, de todos los embalses que están siendo tramitados o ya concluido dicho tramite hemos presentado alegaciones, denuncias en Europa o recursos judiciales sobre los siguientes proyectos: recrecimiento de Yesa, Jánovas, Biscarrués, Santaliestra, Mularroya, Torre del Compte, Lechago, recrecimiento de Santolea, Alcamines, ...). Desde nuestro colectivo se pide la paralización de esos proyectos, como primer paso para hablar de actualización del Pacto del Agua. Y por favor, no caer en la simplicidad de que oponerse a dichos embalses, significa estar en contra de las demandas de riego para algunas zonas de nuestra comunidad. En todas nuestras alegaciones damos alternativas a la construcción de las grandes obras de regulación.

Centrándonos en el tema medio ambiental, nos encontramos con una política hidráulica que pretende dotar de agua a grandes polígonos de regadío embalsando en la cabecera de los ríos. Unos ríos que están totalmente degradados, destrozados, siendo la principal responsable, la Confederación Hidrográfica del Ebro, que con su actual política de construcción de embalses, centrales hidroeléctricas, extracción de áridos, negligencia en el control de la contaminación y en el control del uso y ocupación del dominio público hidráulico que conlleva la posterior necesidad de realizar desvíos del cauce, enormes dragados, construcción de escolleras, ha llevado a que los ríos sean, dentro de la ligereza con que se debe valorar estas cuestiones, los ecosistemas más amenazados de Aragón. Amenazados en el sentido de que estas actuaciones siguen proyectándose y realizándose.

Desde Ecologistas en Acción no tenemos ningún problema en afirmar, lo venimos haciendo desde 1992, que el principal problema medio ambiental al que se enfrenta nuestra comunidad y especialmente nuestros ríos es la ejecución del Pacto del Agua y consecuentemente del Plan Hidrológico Nacional. Y es aquí donde notamos una gravísima contradicción entre la política hidráulica y la política medioambiental que tanto el Gobierno estatal como el Gobierno de Aragón vienen realizando. Esa contradicción viene motivada, como ya hemos expuesto, y centrándonos en el caso del Gobierno aragonés, que mientras el Departamento de Medio Ambiente tiene la obligación de conservar nuestro patrimonio natural, es el principal impulsor del Pacto del Agua y por tanto de las obras de regulación contempladas en el PHN, que como acabamos de indicar es la principal amenaza para dicho patrimonio natural. Lo que equivale a la afirmación de que es la propia administración la principal responsable de la degradación del medio ambiente de nuestra comunidad.

Hemos denunciado continuamente que en los documentos de planificación sobre conservación de la biodiversidad se evita en todo momento referencias a la política hidráulica. Y en los documentos de planificación de esta última no aparecen las afecciones que su ejecución implicaría sobre los espacios naturales y biodiversidad aragoneses. Desde nuestro punto de vista, esta clara la razón, ambas políticas son incompatibles.

Un ejemplo claro lo tenemos en el estudio que realizó nuestro colectivo, sobre una valoración de la propuesta del Gobierno de Aragón de Lugares de Importancia Comunitaria (LICs). Los datos aportados a dicho informe indican que al menos 26 de estos espacios veían amenazados sus valores naturales de una manera importante por las obras contempladas en el Pacto del Agua. 11 embalses de los proyectados, está prevista su ubicación (total o parcial) en tramos de ríos que han sido designados como LICs, precisamente por sus valores medioambientales, interrumpiendo la continuidad del LIC fluvial por exclusión el tramo que ocuparía el embalse, como por ejemplo sucede en el río Ara por Jánovas o en el río Matarraña, en Torre del Compte. Otros 7 espacios de las mismas características (importancia fluvial), tendrían graves afecciones por la importante reducción de caudales que supondría la construcción de grandes embalses inmediatamente aguas arriba. A lo que hay que añadir otros LICs que se verán seriamente amenazados por los planes de restitución (sobre los que posteriormente realizaremos un comentario) y por el uso derivado por alguno de estos embalses, como la puesta en marcha de nuevos regadíos. Con la nueva aprobación de la ampliación de ZEPAs en nuestra comunidad, nuestro informe es anterior, se duplican los espacios que formaran parte de la Red europea Natura 2000 que se pueden ver afectados por este hecho.

Algunos de estos LICs afectados son zonas húmedas y con esto quiero entrar en otro apartado del Pacto del Agua. En su apartado IV, aspectos medioambientales. Dicho apartado habla de "la creación en el marco del Pacto del Agua de una comisión específica para analizar la problemática y programar los trabajos necesarios para la evaluación" de unos caudales mínimos en nuestros ríos. Habla de considerar tramos de ríos que precisan medidas de protección. Habla de deslinde del dominio público hidráulico. Habla de revisar y aumentar el inventario de zonas húmedas de nuestra comunidad. Habla de depuración de aguas. Y habla de declaración de nuevos espacios protegidos e indicando también que "un futuro desarrollo del Pacto del Agua deberá fijar, de forma prioritaria los perímetros de protección" de varias zonas húmedas, "pudiendo requerir estudios hidrogeológicos, establecer normas de explotación, limitar prácticas agrícolas, establecer un control sobre vertidos y accesos a exigir la presentación de estudios de impacto ambiental a todas las obras o actuaciones que puedan suponer deterioro". No sé si estarán de acuerdo con nosotros de que todas estas cuestiones del apartado IV, han sido totalmente olvidadas en los debates que en esta cámara se han producido sobre el Pacto del Agua, incluyendo la comisión de seguimiento. Y muchas de ellas han sido olvidadas en diferente legislación sectorial aragonesa.

Aprovechando que este año se celebra en España la octava conferencia de la convención de Ramsar no podíamos dejar pasar de lado el tema de la influencia del Pacto del Agua sobre la conservación de las zonas húmedas. El Pacto del Agua lejos de cumplir su compromiso con estos espacios se ha convertido, como ya hemos comentado con los espacios fluviales, en su mayor amenaza. No dejar de ser curioso y preocupante que tres espacios de la importancia internacional de las saladas de Alcañiz-Calanda, Bujaraloz-Sástago y Chiprana en el que el Pacto del Agua recoge la prioridad de darles una protección, se encuentran amenazadas por la puesta en marcha de diversos proyectos de regadíos en sus cuencas endorreicas, ya que supondrá la modificación de las condiciones físicas y biológicas de las mismas.

No queremos acabar sin hacer un comentario, como hemos anunciado, sobre los llamados planes de compensación o de restitución territorial. Estos planes a parte de tratarse de un chantaje a las zonas afectadas por las grandes obras de regulación, pues contempla una serie de actuación básicas, a las que tiene derecho toda comarca en la búsqueda de un desarrollo acertado y de una mejora de la calidad de vida de sus habitantes, independientemente de que se realice un embalse o no, recogen obras complementarias que siguen incidiendo en la destrucción del medio ambiente y principalmente en la degradación de los ríos, que hay que unir a la ejecución del embalse. Así en algunos planes que conocemos, o al menos sus directrices, como es el caso de Santaliestra, Biscarrués y recrecimiento de Yesa, se apuesta por obras complementarias: centrales hidroeléctricas, canalizaciones de tramos de ríos, urbanizaciones, etc. que provocan una mayor deterioro de nuestros ríos. Estos planes por su relación directa con el embalse, tal como están proyectados, deberían pasar conjuntamente la evaluación de impacto ambiental.

Y dado que los planes de restitución, aunque recogen actuaciones medioambientales, por lo menos llamadas así, se basa principalmente en aspectos sociales, nos gustaría aprovechar para denunciar el incumplimiento del Pacto del Agua en lo referente a la inundación de pueblos. Nos parece alarmante y sufrimos con ellos, la destrucción del pueblo de Erés al ser anegado si se lleva a cabo el embalse de Biscarrués, sin olvidar otros como Sigüés, que aunque mucho se habla de un plan faraónico e incongruente para impedir su anegación, lo cierto es que lo aprobado hasta ahora es su anegación. Así como otros pueblos que aunque no sean anegados las consecuencias pueden ser las mismas, como es el caso de Artieda.

Y con esto llegamos a otro punto que nos parece importante, la adaptación del Pacto del Agua a la nueva normativa existente, principalmente directivas europeas: como la de la evaluación estratégica, la directiva marco, de calidad del agua, y las dos relacionadas con la creación de la red natura 2000, las conocidas como de aves y hábitat. Nuestro colectivo defiende, así lo ha hecho saber a la comisión europea que todas las obras de regulación y el trasvase contemplados en el PHN deben pasar una evaluación de impacto ambiental conjunta, como documento de planificación que se trata y que en la misma se debe valorar la incidencia sobre la red Natura 2000. Y recordamos que hemos comentado que el Pacto del Agua afecta a 26 espacios propuestos como LICS.

Para concluir indicar que creemos que un nuevo documento de planificación hidráulica en nuestra comunidad debe dar más importancia a aspectos como la conservación de los espacios fluviales y zonas húmedas, deslinde del dominio público hidráulico, este tema debería haber sido prioritario en nuestra comunidad desde la tragedia del cámping las Nieves. La contaminación de las aguas también deberían estar recogidas de manera importante, principalmente la que se conoce como contaminación difusa, la producida por la agricultura y ganadería, sin olvidar los caudales "medioambientales", ... Igualmente debe recoge otras alternativas, que la simple diferencia de cota de un mismo embalse. ¿No existen en Aragón las aguas subterráneas y las posibilidades de establecer medidas de ahorro y eficiencia del agua?.

La solución racional es poner en práctica, a pesar de ser un término que empieza a ser utilizado, como el de desarrollo sostenible, de manera indiscriminada, por todo el mundo, la Nueva Cultura del Agua, más económica y sostenible, pero políticamente mucho más complicada, porque desmonta el negocio de las empresas de obras públicas, de 'producción' y venta de agua y de los concesionarios de caudales (los aguatenientes). La Nueva Cultura del Agua necesita que las instituciones se decidan a gestionar mejor el agua, dejar de ofertar sin límite sin mirar el coste económico e incentiven la conservación, la eficiencia en el uso del agua, opción que beneficiaría a la mayoría de la población y apostaría decididamente por un futuro sostenible para nuestro estado. Pero ahorrar agua y gestionarla mejor no es negocio si las instituciones políticas no cierran el grifo de las inversiones arbitrarias que benefician la ampliación de la oferta de agua.

Se debe dejar de apostar por el regadío como única salida al desarrollo rural, se debe hacer un especial esfuerzo por parte de la administración y de todos los sectores sociales en buscar otras salidas adaptadas a las condiciones de cada territorio, desde aquí reivindicamos la cultura del secano. Es innegable la importancia del agua para el desarrollo de las comarcas, pero no es el único factor. También hay que desmontar la idea de que la única forma para cubrir nuevas demandas de agua son la construcción de grandes obras de regulación en la cabecera de nuestros ríos, utilizando al agricultor para defender otros intereses "constructoras e hidroeléctricas".

Queremos poner en duda la necesidad de seguir contando con el Pacto del Agua, cuando desde la administración aragonesa se está promoviendo un plan de obras hidráulicas y está elaborando la política básica del agua en Aragón

Y finalizo con una fase de Domingo Jiménez Beltrán, durante muchos años Director de la Agencia Europea del Medio Ambiente, publicada en una entrevista este sábado en el Periódico de Aragón: "El uso del agua muchas veces es dejarla estar".

 Zaragoza a 11 de junio de 2002

Asociación Río Aragón-COAGRET