El Pleno del Consejo de Protección de la Naturaleza de
Aragón, en su reunión de carácter extraordinario
celebrada el 6 de octubre de 2000, a iniciativa propia y
acogiéndose a lo establecido en el Artículo 2 punto a
de la Ley 2/1992 de 13 de marzo, de creación del
Consejo de Protección de la Naturaleza de Aragón, aprobó
por unanimidad el siguiente
DICTAMEN
Un Plan Hidrológico
Nacional debería ser el principal instrumento de
planificación territorial de los recursos hídricos y
de las actividades socioeconómicas vinculadas al uso
del agua. Este Plan Hidrológico debería incluir los
principios establecidos en la Directiva 2000/60/CE del
Parlamento Europeo y del Consejo por la que se establece
un marco comunitario de actuación en el ámbito de la
política de aguas, lo que necesariamente implicaría
una orientación en la política hidrológica hacia el
principio de sostenibilidad, buscando el equilibrio
entre los recursos existentes, la conservación del
medio natural y el desarrollo de las actividades
socioeconómicas.
El incremento de las
necesidades de agua en el arco mediterráneo, fruto del
excesivo e irregular crecimiento de los regadíos mal
planificados, y del importante desarrollo económico de
la zona, vinculado al sector inmobiliario y turístico
de la costa, hacen que las necesidades de este recurso
hayan crecido notablemente en los últimos años.
En consecuencia, para
paliar esta demanda creciente de agua el Plan
Hidrológico Nacional prevé la transferencia de
recursos hídricos de la cuenca del Ebro a otras cuencas
mediterráneas, lo que conlleva una serie de efectos
ambientales y socioeconómicos de gran envergadura. En
Aragón, los principales impactos se localizan en los
tramos altos de los principales afluentes pirenaicos
sobre los que se proyectan diversas obras de regulación
de gran envergadura que alterarían la dinámica
fluvial, inundando amplios sectores de gran valor
ambiental y sociocultural. De igual forma los tramos
medio y bajo del río Ebro están potencialmente
amenazados por el trasvase considerando las
consecuencias ambientales derivadas del mismo.
1) Problemas
ambientales de la gestión y uso del agua
La alteración de la
dinámica natural de los ríos debida a la extracción,
retención y modificación de sus caudales prevista en
el Plan Hidrológico Nacional y en el Proyecto de
Trasvase de aguas del Ebro lleva consigo una serie de
repercusiones ambientales de gran importancia tanto en
la cuenca emisora, como en las cuencas receptoras y en
el litoral.
El Ebro es un curso
fluvial de régimen hídrico mediterráneo que presenta
fuertes oscilaciones de caudal con fuertes y prolongados
estiajes. Este hecho provoca la disminución del caudal
durante los meses del verano y un empeoramiento de la
calidad de las aguas debido a la falta de dilución de
la contaminación difusa y de los vertidos urbanos e
industriales. En consecuencia la capacidad de
autodepuración del río es mínima y las aguas tienden
a eutrofizarse, poniendo en peligro la supervivencia de
las especies ligadas a estos ambientes. Se considera
vital mantener al máximo posible los caudales
circulantes. La disminución de éstos, tal y como se
prevé con el trasvase del Ebro, tendrá consecuencias
muy negativas en los ecosistemas ribereños y litorales.
El impacto ambiental
más importante derivado de la fuerte desnaturalización
de las cuencas fluviales reside precisamente en la
degeneración de los sistemas autodepurativos. La
degradación de los sistemas fluviales compromete
gravemente la calidad del recurso, factor si cabe más
significativo que el de los volúmenes de trasvase.
Este Consejo considera
imprescindible la valoración exhaustiva de los recursos
hídricos disponibles del río Ebro y la evaluación de
las necesidades reales y económicamente sostenibles
existentes para el consumo humano, la agricultura y la
industria, tanto en la cuenca cedente como en las
cuencas receptoras.
Una planificación
hidrológica correcta deberá establecer los caudales
ecológicos mínimos que necesita el complejo fluvial
hasta su desembocadura, analizando las posibles
consecuencias de la disminución del caudal y los
sedimentos transportados por el río en el Delta del
Ebro y las playas mediterráneas, los efectos de la
disminución de los nutrientes en el agua sobre las
comunidades faunísticas del delta y del litoral, y los
efectos de la penetración de la cuña salina hacia el
interior de las tierras del Delta. Hay que considerar la
alta productividad agrícola del Delta del Ebro, las
actividades económicas vinculadas a la pesca y
marisqueo, y la importancia de conservar la enorme
biodiversidad de los ecosistemas ribereños del Delta.
En la misma línea
habrá que estudiar las repercusiones ambientales del
trasvase del Ebro en las cuencas receptoras. Las
expectativas creadas favorecen la especulación y el
despilfarro del agua, incrementándose la presión
humana sobre los escasos espacios naturales existentes.
Habrá que valorar las repercusiones ambientales de los
nuevos regadíos, del crecimiento urbanístico y de los
impactos provocados por el incremento de los residuos.
Existen además, previsiblemente, otras consecuencias
ambientales en las cuencas receptoras, como la posible
extinción de especies piscícolas endémicas (p. ej.,
los ciprinodóntidos Valencia hispanica y Aphanius
iberus), a causa de la migración de especies
predadoras desde el Ebro (p. ej., Silurus glanis).
2º Problemas
socioeconómicos generados por los desequilibrios
territoriales
Los desequilibrios
territoriales entre las zonas costeras y el interior
condicionan la actual demanda de agua. La actual
planificación territorial favorece que las zonas
interiores tengan graves problemas estructurales,
económicos y demográficos y tiendan a abastecer de
este recurso a las zonas más desarrolladas del arco
mediterráneo para cubrir una demanda de agua creciente
en el sector servicios y en el sector primario.
El déficit hídrico en
las cuencas del Este de la Península Ibérica se debe
fundamentalmente a la concentración en estas regiones
de factores económicos fuertemente consumidores de agua
como el turismo, la actividad económica y urbanística
y sobre todo la agricultura intensiva. En este sector la
demanda se incrementa, además, por la ineficiencia de
los sistemas de riego, la pérdida del recurso en las
infraestructuras de regulación y la ampliación de
superficies de regadío con fines
económico-especulativos.
Desde este Consejo se
recomienda una planificación hidrológica que garantice
un consumo de los recursos hídricos racional y
eficiente. Las soluciones a los conflictos y problemas
expuestos pasan por adoptar políticas de desarrollo
basadas en la moderación del consumo y en la
optimización del uso del agua y no en el incremento
descontrolado de la demanda y en el desarrollo
irracional de las actividades socioeconómicas
vinculadas al uso de este recurso. La implantación de
técnicas de ahorro, la reutilización de los recursos,
la desalinización del agua del mar, o la modernización
de los regadíos se presentan como algunas de las
medidas a adoptar para solucionar los problemas
hidrológicos.
De igual forma se
considera imprescindible buscar un modelo de desarrollo
económico justo, equilibrado y sostenible, que evite
las desigualdades interterritoriales. La ejecución del
Plan Hidrológico Nacional en sus actuales términos
únicamente incrementaría los desequilibrios.
El modelo actual de
gestión, basado en la oferta ilimitada del recurso, ha
provocado la sobreexplotación de las aguas
superficiales y subterráneas, agravando los problemas
de contaminación, produciendo graves alteraciones en el
medio ambiente y contribuyendo al mal uso del agua y a
la destrucción de los ecosistemas ribereños. Las
soluciones pasan por una planificación hidrológica
diferente basada en los principios del desarrollo
sostenible, la gestión de la demanda del recurso agua y
la conservación del patrimonio hídrico dentro de la
estricta unidad de cuenca.
El trasvase del Ebro se
considera una obra con grandes repercusiones
territoriales y medioambientales y está en desacuerdo
con la filosofía de la Directiva 2000/60/CE del
Parlamento Europeo y del Consejo por la que se establece
un marco comunitario de actuación en el ámbito de la
política de aguas, que no recomienda los trasvases como
alternativa para solucionar los problemas hidrológicos
de las cuencas. El trasvase del Ebro y sus
infraestructuras son inadmisibles desde el punto de
vista ambiental y socioeconómico.
Lo que con el Vº Bº
del Sr. Presidente, en la ciudad de Zaragoza a 2 de
octubre del 2000, como Secretario del Consejo de
Protección de la Naturaleza de Aragón,
CERTIFICO: EL
PRESIDENTE, José A. Sánchez Navarro. EL SECRETARIO,
Antonio Padró Simarro
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