Opinión
ElPeriodico.com, 21-IV-2004
El delta sigue hundiéndose
  • El freno del trasvase no basta. Para cubrir las necesidades del bajo Ebro y de Levante son necesarios también menos regadíos, más ahorro y paralizar el Pacto del Agua en Aragón

Narcís Prat

Catedrático de Ecología de la Universidad de Barcelona
 

Desde que se puso en marcha el Plan Hidrológico Nacional (PHN), allá por el año 1998, algunas partes del delta del Ebro se han hundido varios centímetros por debajo del nivel del mar y la línea de la costa ha retrocedido varias decenas de metros en algunos lugares. El anuncio de que no se va a realizar el trasvase hecho por el nuevo Gobierno no debe hacernos olvidar que los problemas en el bajo Ebro subsisten, y que sin una nueva cultura del agua seguirán existiendo durante mucho tiempo. Por ello será muy interesante ver cómo los nuevos responsables de la política del agua en España comienzan su andadura.

 

Muchas son las dificultades para salvar el delta. Algunas provienen de su propia cuenca, como el Pacto del Agua de Aragón, que de llevarse a cabo produciría (como hemos dicho repetidamente) un impacto sobre el bajo Ebro mayor incluso que el trasvase. No se puede pretender que sin trasvase se acaben los peligros para el Ebro, mientras prosigue la construcción de Yesa y otros embalses del Pirineo.

 

TAMPOCO DEBEN seguir aceptándose los nuevos regadíos que se prevén en el PHN, cuya realización supondría disminuir aún más la calidad del agua del río, haciéndola en algunos momentos muy difícil de potabilizar. Y aquí incluimos los regadíos del canal Segarra-Garrigues; el nuevo Ejecutivo catalán debe ser consciente de que cuando ponga en marcha esta zona regable será en parte culpable de la disminución del flujo del río y de la pérdida de calidad de las aguas del bajo Ebro.

 

Aunque se anule el trasvase, sigue vigente la razón principal por la cual el delta del Ebro sigue hundiéndose: la falta de sedimentos. Los aportes de nuevos sedimentos al delta no se pueden realizar sin un cambio profundo en la manera de gestionar el agua en la cuenca del Ebro. También en este aspecto esperamos grandes cambios del nuevo Gobierno y uno de ellos es imprescindible: la reforma de la administración hidráulica. Hay que promover una nueva administración basada en la innovación y la creación de grupos interdisciplinares que sepan dar un nuevo rumbo a la política hidrológica española.

 

Hasta ahora, un grupo de profesionales de una determinada formación (ingenieros de caminos) han pilotado la gestión del agua en España. Si no cambia este monopolio, será imposible avanzar hacia una nueva cultura del agua.

 

Pero el destino del Ebro va intrínsecamente ligado al de las zonas de Levante que ahora ven desaparecer su expectativa de recibir nuevos caudales mediante un trasvase. Para salvar el Ebro se necesita una verdadera revolución en la gestión del agua de Valencia, Murcia y Almería. Hoy sabemos que en Valencia es posible con medidas alternativas (reutilización, desalación, ahorro, etcétera) llegar a una gestión sostenible del agua, lo que no es posible en Murcia sin un cambio de paradigma en su modelo de desarrollo. Ni toda el agua del Ebro podría saciar la sed de la Murcia donde el desarrollo económico se basa en la especulación urbanística y en una agricultura donde el agua no tiene el precio real (que debería incluir el impacto ambiental). Para poder establecer un modelo sostenible de gestión del agua en Murcia se necesita un cambio en su modelo de desarrollo. Si esto no se reconoce, no hay quien pueda gestionar el agua en Murcia, mientras que en Valencia sí es posible aún la aplicación de un modelo de gestión alternativo.

 

SE ESPERA mucho de este Gobierno, pero también se duda mucho. Hasta ahora sólo tenemos expectativas, esperemos que pronto tengamos realidades. Parece que el no al trasvase viene acompañado de un sí a las obras del Anexo II del Plan Hidrológico Nacional (es decir embalses, canalizaciones, etcétera), obras extraordinariamente dañinas ambientalmente. Esto no debería ser tolerado por las organizaciones ambientales. Hay que derogar todo el PHN y empezar de nuevo la planificación hidrológica de acuerdo con las directrices de la Directiva Marco de Agua de la UE. De no ser así, los dineros de Bruselas pueden producir efectos ambientales perversos.

 

Habrá que estar ojo avizor a los movimientos del nuevo Gobierno de Madrid y a los de sus socios catalanes. La nueva cultura del agua no son sólo palabras, esperamos hechos.

Asociación Río Aragón-COAGRET