El 7 de diciembre nos
jugamos demasiado en Bruselas para permitirnos
divisiones, indecisiones o tibiezas. Creo sinceramente
que, a veces, en el calor del entusiasmo, perdemos de
vista el poder de nuestros adversarios. El PP tiene en
su política de grandes trasvases hacia el Mediterráneo
demasiados intereses económicos y políticos para
permitirse el lujo de perder la batalla de la
financiación sin emplear hasta el último de sus recursos
de poder y de chantaje sobre la Comisión Europea. Y nos
equivocaremos si pensamos que el fuerte desprestigio del
Sr. Aznar en Europa conlleva un debilitamiento
significativo en sus capacidades de presión.
Ciertamente el Gobierno
del PP está consiguiendo dejar hecha unos zorros, no
sólo nuestra política europea, sino nuestra política
exterior en general. Sin embargo, tanto Prodi,
como Chirac o Schröeder, más allá de la
valoración que les merezca el Sr. Aznar, necesitarán,
tarde o temprano recomponer, en la medida de lo posible,
la cohesión de la Unión antes de que se produzca la
próxima integración de los nuevos países miembros; y esa
circunstancia brinda nuevas oportunidades al Gobierno
del PP para apretar chantajes e intercambiar cromos a
cambio del desbloqueo de fondos para los trasvases.
A estas alturas, al PP
le importa poco cuántos hectómetros cúbicos acaben
saliendo del Bajo Ebro, o hasta donde lleguen. Lo que
hoy le interesa al Gobierno es recibir el visto bueno
político de Bruselas y el dinero contante y sonante de
los fondos europeos. No hay problema en que ese visto
bueno quede condicionado por drásticas limitaciones que
incluyan severas restricciones del volumen trasvasable.
Al fin y al cabo, la cuestión clave es disponer antes de
las elecciones generales de un argumento que los
poderosos medios de comunicación en sus manos se
encargarán de maquillar y presentar como un gran éxito
del Sr. Aznar.
RESPECTO A la otra
clave, el dinero contante y sonante, es ya una promesa
largamente esperada por esa gran y esa pequeña patronal
del ladrillo y del hormigón en el litoral, que sustentan
buena parte del poder político del PP a nivel estatal.
No debemos olvidar que la soberbia y la prepotencia de
este Gobierno, al no prever proyectos razonables
alternativos para el uso de esos fondos europeos,
empiezan a poner en peligro el cobro final de los
mismos.
Por otro lado, es
cierto que nunca tuvimos tantos recursos políticos como
hoy frente al Gobierno central y frente a las posibles
debilidades de la Comisión. La amplia victoria electoral
de las fuerzas antitrasvasistas, tanto en Aragón como en
Cataluña, ofrecen hoy la posibilidad de un inminente
frente institucional DGA-Generalitat que puede
multiplicar nuestras fuerzas, tanto en clave nacional
como internacional. En clave nacional supondría un
reforzamiento de las posiciones antitrasvasistas en los
difíciles debates internos de los partidos y sindicatos
estatales. Pero en clave europea se haría difícil para
la Comisión Europea ignorar a un movimiento tan potente
socialmente con un apoyo institucional tan
significativo.
SIN EMBARGO, esas
mismas perspectivas, unidas a la posibilidad de perder
cuando menos la mayoría absoluta en las próximas
elecciones, aceleran la urgencia del Gobierno en su
exigencia por desbloquear esos fondos. Por ello hoy el
nivel de presión ejercido por el Gobierno sobre la
Comisión no tiene precedentes.
A lo largo de estos
años de lucha, jamás habíamos afrontado desde el
movimiento por la Nueva Cultura del Agua una coyuntura
tan compleja, difícil y decisiva. Cualquier fisura en la
movilización, cualquier desfallecimiento o cualquier
exceso de confianza pueden ser fatales. Por otro lado,
el posible inicio inminente de obras en Yesa y
Biscarrués aparece en escena. No entender esta maniobra
del Gobierno en este contexto sería grave, más allá de
la posición que se tenga frente a esos proyectos. Desde
los medios expertos en materia de gestión de aguas,
resulta evidente que tales embalses, lejos de ofrecer
caudales regulados para cientos de miles de nuevas
hectáreas de regadíos --previstas en los planes
hidrológicos pero claramente negadas en los Planes
Nacionales de Regadío--, están conectados de forma clara
con las prioridades trasvasistas del Gobierno. Desde los
movimientos por la Nueva Cultura del Agua también
venimos advirtiendo que semejante crecimiento de
regadíos, sobre la base de inundar valles habitados e
incluso pueblos (Sigüés y Erés) y arruinar la
sostenibilidad del Delta del Ebro, son tan indefendibles
desde la legislación europea como lo son los trasvases.
Pero, más allá de esas consideraciones, lo que todos
debemos comprender, hoy más que nunca, es que,
divididos, seremos "casa caída", como dice la canción de
la Ronda de Boltaña. Hoy más que nunca, debemos tener la
inteligencia colectiva suficiente para entender y
rechazar la maniobra de división fratricida que el
Gobierno pondría en marcha con ese posible inicio de
obras. Ante esta compleja situación y ante tan decisivos
retos sólo hay una respuesta, una sola moneda con dos
caras: movilización unitaria masiva en Bruselas y
diálogo social en Aragón sin demora.
*Presidente de la
Fundación Nueva Cultura del Agua
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