Opinión
El Periódico de Aragón, 23-II-2003
Un sueño faraónico

Francho Beltrán

A la vista de las imágenes del Ebro desbordado, algunos medios se han apresurado a pontificar sobre un supuesto «superávit» de agua que no haría sino dar la razón a quienes defienden el trasvase del Ebro al Levante español. Al margen de otras consideraciones, me parece frívolo e insensato aprovecharse de la desgracia de quienes han visto anegadas sus propiedades en Aragón para arremeter contra esta tierra.

En primer lugar, avenidas como la de ahora ocurren una vez cada 40 ó 50 años, a diferencia de las que tienen lugar en el Levante, donde las ramblas «tiran» enormes cantidades de agua (y coches y colchones viejos...) una vez dada 2 ó 3 años. ¿Acaso habría qué promover la construcción de un gran muro de hormigón paralelo a línea de costa levantina capaz de retener toda esa agua?

En segundo lugar, el Plan Hidrológico Nacional prevé transferir agua en verano, de modo que -aún en el caso de que hubieran estado operativos los canales del trasvase -el agua no habría sido aprovechada. Para poder trasvasar agua en verano el PHN pretende la construcción de nuevos embalses en el Pirineo, inundando hermosos pueblos y valles de montaña. ¡Qué insolidarios que no quieran abandonar sus hogares siguiendo la estela de miles de familias que ya tuvieron que marchar! Pero es que, en este caso, la avenida no se ha generado en Aragón, de manera que los hipotéticos embalses que habrían retenido parte de la - nada ni siquiera están previstos por el PHN.

En realidad, no hay muro ni presa ni dragado que detenga a los ríos cuando éstos buscan su camino. Pero «a río revuelto, ganancia de constructoras», y ya se empieza a hablar de obras en el cauce para luchar -inútil y costosamente- contra un fenómeno natural que también cumple una misión beneficiosa en la regeneración de los ecosistemas fluviales y, muy en particular, del Delta del Ebro.

El papel lo aguanta todo, pero cualquier proyecto de ingeniería debe tener unos costes económicos, sociales y medioambientales asumibles. El trasvase del Ebro, lejos de cumplir estos requisitos mínimos, es un sueño faraónico más propio de otros tiempos y lugares que de la Europa del siglo XXI.

 

Asociación Río Aragón-COAGRET