Opinión
Yesano.com, 22-VIII-2003
La agonía del Ebro: algo más que el trasvase*

José Luis Benito Alonso, biólogo

Instituto Pirenaico de Ecología, CSIC. Jaca, Huesca (España)


El Ebro es un río herido de muerte y más si cabe su delta. Pero el trasvase de 1050 Hm3 de sus aguas hacia levante previsto en el Plan Hidrológico Nacional (PHN) no es la única amenaza que pende sobre este sistema. Y es que el río lleva cada vez menos caudal, pues ha pasado de una media de 18.000 Hm3/año a principios del siglo XX, a 13.000 en los últimos 30 años y a menos de 10.000 en los años 80. Ello se debe a tres causas fundamentales: llueve menos, hay más superficie forestal que retiene y usa agua (Gallart, 2001), pero sobre todo ha aumentado radicalmente el consumo agrícola. Del medio millón de hectáreas regadas en los años 60 en la cuenca del Ebro se ha pasado en la actualidad a más de 830.000 Ha que utilizan 6300 Hm3/año (5300 Hm3 consumo neto/año descontando los retornos), lo que equivale a seis trasvases. Si se ejecuta el Plan Nacional de Regadíos a 2008 habría que añadir 380, y las previsiones a largo plazo requerirían otros 800 Hm3, el equivalente a otro trasvase. Más del 50% de las demandas actuales de la cuenca proceden de Aragón, lo que sitúa a esta región en el tercer puesto español de consumo de agua para uso agrícola (Benito, 2002).

Por otro lado, buena parte de los mencionados regadíos se asientan sobre zonas con subsuelo salino por lo que las aguas de retorno arrastran grandes cantidades de sales minerales disueltas junto a pesticidas, plaguicidas, nitratos y fosfatos utilizados en la agricultura, que unidos a los vertidos industriales de la cuenca, han hecho disminuir la calidad de las aguas a niveles preocupantes. Un indicador de la contaminación que sufre el Ebro es la práctica desaparición de una náyade endémica de este río, la Margaritifera auricularia (Araujo & Ramos, 2000).

El Ebro no sólo lleva menos caudal sino que también transporta menos sólidos en suspensión. Eso es debido a la presencia de una red de embalses que los retiene, habiendo pasado los arrastres de los 30 millones de Tm/año antes de su construcción, a los actuales 0,15 millones Tm/año (Ibáñez & al., 1999). Los sedimentos ya no llegan al delta con lo que éste no se puede recuperar del proceso de compactación y hundimiento que sufre, cifrado en 2,5 mm/año, ni del aumento del nivel del mar estimado en 5 mm/año. Por otra parte, la llegada de sedimentos a la desembocadura no sólo es necesaria para la supervivencia del delta como territorio, sino que es imprescindible para actividades como la pesca o el cultivo del mejillón y la ostra (Ibáñez, 2001).

Pero hay más. Los sedimentos de los ríos son los principales responsables de la formación de la playas, materia prima de la principal industria del levante y de España, el turismo. Sin playas se murió la gallina de los huevos de oro. De hecho, ya estamos padeciendo ese el problema pues cada vez que se produce un temporal en el Mediterráneo vemos cómo desaparecen kilómetros de playa. Luego, al no llegar los sedimentos de los ríos -y en especial del Ebro- al mar, las playas no se pueden formar naturalmente con lo que nos tenemos que gastar millones de euros para su “regeneración” en una espiral de gasto sin fin, dando lugar a otros problemas ambientales como la destrucción de praderas de Posidonia oceanica, un equivalente a bosques marinos necesarios para completar el ciclo de vida de muchos peces. En EE.UU. donde son más pragmáticos, vieron que salía más rentable desmantelar una serie de presas y devolverles la vida a los ríos que gastarse millones de dólares en el pozo sin fondo que supone la regeneración de playas y deltas (Arrojo, 2000). Creo que a la luz de todos estos datos, si en levante quieren asegurarse su futuro basado en el turismo más que pedir un trasvase deberían exigir que se derribaran pantanos en la cuenca del Ebro.

Por otra parte, la polémica sobre si el caudal continuo (que no ecológico) debe de ser de 100 ó 135 m3/seg no tiene sentido ya que lo que necesita el río son crecidas anuales al menos de 1000 m3/seg y otras superiores más espaciadas, pues se requieren como mínimo 700 m3/seg para poder arrastrar partículas del tamaño adecuado con el fin de regenerar el delta y de 400 m3/seg para reducir el avance de la cuña salina (Prat, 2001). Dejar dicho caudal constante es como ponerle un gotero de salino a un enfermo grave, conseguirás que no muera deshidratado pero no que fallezca.

La reducción de caudales hace que haya menos agua para trasvasar por lo que se hace imprescindible construir nuevos embalses en cabecera, concretamente en el Pirineo, para poder asegurar el trasvase previsto, tal y como dice el PHN. El propio Comisario de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Ebro, Federico Rodríguez, lo acaba de reconocer en un reciente artículo de prensa en el que hablaba del recrecimiento de la presa de Yesa en el río Aragón como una reserva estratégica de 850 Hm3 necesaria para el trasvase. Para muchos esto era evidente ya que las demandas futuras previstas en la cuenca del Aragón son muy inferiores a los 1050 Hm3 que se pretende aumentar la citada presa (Arrojo & al., 1999), demandas que se cubrirían sin problemas con otros embalses como la Loteta para el abastecimiento a Zaragoza (100 Hm3) o embalses laterales en Bardenas para regadíos (50 Hm3) (COAGRET, 2002).

Como vemos, el trasvase no haría mas que agravar la agonía del Ebro y su delta. Por ello no parece coherente pedir, por un lado la construcción de más embalses y el aumento de regadíos en la cuenca -en buena parte culpables de la actual situación- y por otro oponerse al trasvase escudándose en la degradación que sufriría el delta de llevarse a cabo esta obra, cuando dichas peticiones tendrían las mismas consecuencias negativas que el trasvase.

Desde un punto de vista egoísta, la fuerza de la oposición de Aragón al trasvase debe residir, además de los daños al delta y a las cuencas receptoras por la segura expansión de la plaga del mejillón cebra (Dreissena polymorpha - Álvarez, 2002) o la almeja asiática (Corbicula fluminea - SEM, 2003), en las consecuencias negativas que para esta comunidad tiene el actual PHN, que no son otras que la inundación de nuestros pueblos, valles, patrimonio natural y cultural (como el Camino de Santiago, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO -Rey, 1999) y el desplazamiento personas fuera de su tierra por la construcción de nuevos embalses en el Pirineo que servirán de almacén en cabecera para el trasvase (Nicolau & al., 2001; 2002).

Referencias
Álvarez Halcón, R. (2002). Diez preguntas y respuestas fundamentales sobre la presencia del mejillón cebra en España. 2003. También en www.aragoneria.com/natural/fauna/mejillon.htm

Araujo, R. & Ramos, M.A. (2000). Status and conservation of the relict giant European freshwater pearl mussel Margaritifera auricularia (Spengler, 1793). Biological Conservation 96(2): 233-239.

Arrojo, P. (2000). El Plan Hidrológico Nacional: un desencuentro con la Historia. Revista Ecología Política 20.

Arrojo, P., J.J. Gracia, F.J. Martínez Gil, J.M. Nicolau & M. Solana (1999). Recrecimiento de Yesa: el abastecimiento a Zaragoza como excusa para los trasvases. Nueva Cultura del Agua, serie Informes 7: 1-40.

Benito, J.L. (2002). El regadío en Aragón. Heraldo de Aragón (17-VIII-2002): 10.

COAGRET (2002). Informe sobre el Plan Nacional de Regadíos en la cuenca del Ebro. Desfase entre demandas de agua previstas en el PNR y la oferta del Plan Hidrológico de la cuenca del Ebro. 12 pp. Coordinadora de Afectados por Grandes Embalses y Trasvases. Zaragoza.

Confederación Hidrográfica del Ebro (1999). Plan Hidrológico de la Cuenca del Ebro. BOE 222 (del 16 de septiembre de 1999).

Fernández, F. (2003). Yesa, solución estratégica. El Periódico de Aragón (29-VII-2002).

Gallart, F. (2001). La estimación de los recursos hídricos en el PHN: insuficiencias del método empleado ante los cambios de uso y cubiertas del suelo en las cabeceras de las cuencas. In: Arrojo, P. (Ed.). El Plan Hidrológico Nacional a Debate. Pp. 201-211. Bakeaz. Bilbao.

Ibáñez, C. (2001). El impacto ambiental del Plan Hidrológico en el tramo final del Ebro. Acta de la VI Reunión del Foro Científico de la Pesca Española en el Mediterráneo, Palamós (Gerona).

Ibáñez, C., N. Prat, A. Canicio & A. Curcó (1999). El delta del Ebro, un sistema amenazado. Colección Nueva Cultura del Agua. Ed. Bakeaz. Pp. 109. Bilbao.

Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación (2002). Real Decreto 329/ 2002, de 5 de abril, por el que se aprueba el Plan Nacional de Regadíos. BOE 101(del 27 de abril del 2002): 15558.

Ministerio de Medio Ambiente (2001). Ley 10/2001, de 5 julio, del Plan Hidrológico Nacional. BOE 161(del 6 de julio del 2001): 24228-24250.

Nicolau, J.M., P. Arrojo, J.J. Gracia, A. Casas & J.L. Benito (2002). El Pirineo, territorio afectado por el Plan Hidrológico Nacional. 13 pp. Coordinadora de Afectados por Grandes Embalses y Trasvases (COAGRET). Zaragoza.

Nicolau, J.M., J.J. Gracia & J.L. Benito (2001). Informe sobre la evaluación ambiental estratégica del Plan Hidrológico Nacional. Impactos sobre los territorios de montaña: el caso del Pirineo. 24 pp. Coordinadora de Afectados por Grandes Embalses y Trasvases (COAGRET). Zaragoza.

Prat, N. (2001). Afecciones al Bajo Ebro derivadas del PHN, alternativas y necesidad de un nuevo sistema de gestión del agua. In: Arrojo, P. (Ed.). El Plan Hidrológico Nacional a Debate. Pp. 413-426. Bakeaz. Bilbao.

Rey Lanaspa, J. (1999). El patrimonio artístico y arqueológico que quedará destruido por el recrecimiento del embalse de Yesa. La Estela 1(febrero): 8-13.

SEM, Sociedad Española de Malacología (2003). Alegaciones al PHN en relación con los moluscos.

 


*Una versión reducida de este artículo sin referencias bibliográficas ha sido publicado en la revista Quercus 213: 39 (noviembre 2003). Descárgatelo en PDF.

Asociación Río Aragón-COAGRET