La Vanguardia, lunes 2 de octubre de 2000
El aumento de regadíos y la merma de agua agravarán la salinización del Delta, según el biólogo Carles Ibáñez
Las cinco amenazas del trasvase del Ebro
ANTONIO CERRILLO
La disminución del caudal de agua dulce derivada del trasvase del Ebro, previsto en el Plan Hidrológico Nacional, implicará un incremento de la penetración del agua salada en el estuario de este río, explica el biólogo Carles Ibáñez, autor de una tesis doctoral sobre el funcionamiento ecológico del estuario de este río, y uno de los principales expertos en la materia. Éste es el repaso las principales amenazas del trasvase del Ebro para su Delta.


             SALINIZACIÓN DE LA CUENCA
              La expansión de los cultivos de regadío en toda la cuenca del Ebro provocará
              una concentración de sal en el río. ¿Por qué? La causa es que todo el suelo en esta
              cuenca tiene muchos componentes salinos. El agua de riego "limpiará" los campos y el
              caudal que retorne, aunque más reducido, se escurrirá de nuevo hacia el río. "Éste no es
              aún un problema preocupante ahora, pero cada vez lo será más", dice Ibáñez. El riesgo es
              que en unos decenios la salinización degrade los cultivos, pues los arrozales y otros
              cultivos se riegan con este agua desde los canales. "Una pérdida de la rentabilidad de los
              arrozales de un 10% por la salinización tendría un impacto en la economía brutal."

             REGRESIÓN DEL DELTA
              La regresión de la línea de la costa se agravará al llegar menos
              sedimentos. ¿Causas? El río sufre pocas crecidas; además, los embalses construidos en
              los 60 han retenido los sedimentos, y los temporales marinos "se comen" la
              desembocadura y van amenazando la integridad de la isla de Buda. En esta situación, las
              arenas depositadas en la desembocadura son transportadas hacia la punta de la Banya y el
              Fangar. En realidad el Delta no pierde superficie, sino que cambia su forma. Pero esta
              inestabilidad es un peligro para las zonas naturales y agrícolas situadas junto a la
              desembocadura. Más grave es la pérdida de elevación de la llanura deltaica (por la
              compactación del terreno). La mitad del Delta ya está a la altura del nivel del mar por esta
              razón. El Delta pierde al año cinco milímetros de elevación (tres milímetros debido a esta
              compactación y dos por la subida del nivel del mar por el calentamiento global). En cien
              años la mitad de la llanura estará medio metro por debajo del nivel del mar.

              La consecuencia es la entrada inmediata de agua salada a través del subsuelo por la
              presión hidrostática que ejerce el agua del mar. La única respuesta de urgencia (aunque
              insostenible) para enfrentantarse a los temporales es la construcción de diques de
              protección. Pero este tipo de soluciones comportan crear un paisaje artificial, levantar una
              infraestructura enorme de defensa y una pérdida de valores naturales. "Estos impactos, a
              medio y largo plazo, no los tiene en cuenta el plan hidrológico", dice Ibáñez.

             INTRUSIÓN MARINA
              La intrusión de agua marina en el estuario del Ebro es, según Ibáñez,
              uno de los poco impactos tomados en consideración en el Plan Hidrológico. La entrada de
              agua salada por el estuario es un fenómeno natural que se ha acentuado a medida que se
              reducía el caudal del Ebro en los últimas decenios. La intrusión marina incluso remonta 32
              kilómetros aguas arriba desde la desembocadura. Como el plan hidrológico prevé una
              disminución del caudal del río, se espera que el agua salina pasará de estar de media seis
              meses a permanecer nueve meses. Pero en años secos este fenómeno durará más tiempo.
              Ya en 1989 la cuña salina estuvo más de 20 meses seguidos. Cuando esta agua
              permanece mucho tiempo, se salinizan los pozos cercanos al río, lo que afecta a los
              cítricos y otros cultivos que hay en las zonas cercanas.

             CONTAMINACIÓN DEL AGUA
              Cuando la cuña de entrada de agua marina permanece
              mucho tiempo, el agua del río se pudre. El hecho de que el agua salada, que se sitúa en el
              nivel inferior, no se mezcle con el agua dulce así como la acumulación de materia orgánica
              en el fondo hace que se vaya consumiendo el oxígeno y que el agua acabe pudriéndose. Y
              ya se sabe que cuanto menos caudal lleve el río, más tiempo estará el agua podrida.
              Antiguamente, en la desembocadura había peces marinos que se pescaban en el estuario.
              Hoy, en cambio, se pesca muy poco, porque la mayor parte del agua carece de oxígeno.

             PÉRDIDAS PESQUERAS
              El agua dulce que lleva el río implica un efecto fertilizante sobre
              el mar y la aportación de nutrientes (nitrógeno, fósforo), que, al mezclarse con el agua
              salada, hace crecer el plancton, base de la vida marina; de él depende muy especialmente
              el pescado azul. El efecto estuario también favorece que afloren desde el fondo del mar
              aguas ricas en nutrientes. Por eso, cuanta menos turbulencias y menos mezcla de agua se
              produzca menos riqueza biológica se dará en esta franja litoral. El delta del Ebro, además,
              es muy productiva porque el agua que va a los arrozales llega posteriormente la bahía, en
              donde se ha desarrollado la acuicultura (ostras, mejillones). Esto hace que este sector
              tema que si no se garantiza el caudal del agua, también pueda disminuirse la producción.