REGRESIÓN DEL DELTA
La regresión de la línea de la costa se agravará al
llegar menos
sedimentos. ¿Causas? El río sufre pocas crecidas; además,
los embalses construidos en
los 60 han retenido los sedimentos, y los temporales marinos "se comen"
la
desembocadura y van amenazando la integridad de la isla de Buda. En esta
situación, las
arenas depositadas en la desembocadura son transportadas hacia la punta
de la Banya y el
Fangar. En realidad el Delta no pierde superficie, sino que cambia su forma.
Pero esta
inestabilidad es un peligro para las zonas naturales y agrícolas
situadas junto a la
desembocadura. Más grave es la pérdida de elevación
de la llanura deltaica (por la
compactación del terreno). La mitad del Delta ya está a la
altura del nivel del mar por esta
razón. El Delta pierde al año cinco milímetros de
elevación (tres milímetros debido a esta
compactación y dos por la subida del nivel del mar por el calentamiento
global). En cien
años la mitad de la llanura estará medio metro por debajo
del nivel del mar.
La consecuencia es la entrada inmediata de agua salada a través
del subsuelo por la
presión hidrostática que ejerce el agua del mar. La única
respuesta de urgencia (aunque
insostenible) para enfrentantarse a los temporales es la construcción
de diques de
protección. Pero este tipo de soluciones comportan crear un paisaje
artificial, levantar una
infraestructura enorme de defensa y una pérdida de valores naturales.
"Estos impactos, a
medio y largo plazo, no los tiene en cuenta el plan hidrológico",
dice Ibáñez.
INTRUSIÓN MARINA
La intrusión de agua marina en el estuario del Ebro es, según
Ibáñez,
uno de los poco impactos tomados en consideración en el Plan Hidrológico.
La entrada de
agua salada por el estuario es un fenómeno natural que se ha acentuado
a medida que se
reducía el caudal del Ebro en los últimas decenios. La intrusión
marina incluso remonta 32
kilómetros aguas arriba desde la desembocadura. Como el plan hidrológico
prevé una
disminución del caudal del río, se espera que el agua salina
pasará de estar de media seis
meses a permanecer nueve meses. Pero en años secos este fenómeno
durará más tiempo.
Ya en 1989 la cuña salina estuvo más de 20 meses seguidos.
Cuando esta agua
permanece mucho tiempo, se salinizan los pozos cercanos al río,
lo que afecta a los
cítricos y otros cultivos que hay en las zonas cercanas.
CONTAMINACIÓN DEL AGUA
Cuando la cuña de entrada de agua marina permanece
mucho tiempo, el agua del río se pudre. El hecho de que el agua
salada, que se sitúa en el
nivel inferior, no se mezcle con el agua dulce así como la acumulación
de materia orgánica
en el fondo hace que se vaya consumiendo el oxígeno y que el agua
acabe pudriéndose. Y
ya se sabe que cuanto menos caudal lleve el río, más tiempo
estará el agua podrida.
Antiguamente, en la desembocadura había peces marinos que se pescaban
en el estuario.
Hoy, en cambio, se pesca muy poco, porque la mayor parte del agua carece
de oxígeno.
PÉRDIDAS PESQUERAS
El agua dulce que lleva el río implica un efecto fertilizante sobre
el mar y la aportación de nutrientes (nitrógeno, fósforo),
que, al mezclarse con el agua
salada, hace crecer el plancton, base de la vida marina; de él depende
muy especialmente
el pescado azul. El efecto estuario también favorece que afloren
desde el fondo del mar
aguas ricas en nutrientes. Por eso, cuanta menos turbulencias y menos mezcla
de agua se
produzca menos riqueza biológica se dará en esta franja litoral.
El delta del Ebro, además,
es muy productiva porque el agua que va a los arrozales llega posteriormente
la bahía, en
donde se ha desarrollado la acuicultura (ostras, mejillones). Esto hace
que este sector
tema que si no se garantiza el caudal del agua, también pueda disminuirse
la producción.