Siete de Aragón, octubre de 2000
25-O, Paro pirenaico
"El Mueso"

Hay una generación de pirenaicos a la que admiro profundamente. Son los que tienen treinta y tantos y cuarenta y pocos. Están asentados profesionalmente, son agricultores, ganaderos, comerciantes, pasteleros, pisters, ferreros, biólogos, periodistas, y muchas cosas más. Y lo están también en lo personal, estando muchos afanados en la crianza de sus retoños. Tienen conciencia política y de país, de territorio. En los últimos tres años han consolidado el sentimiento de dignidad de la montaña entre sus paisanos, han elaborado un modelo socieoeconómico para la montaña que algunos ya están poniendo en práctica en su quehacer diario. Y han creado un tejido asociativo diverso, en el que destacan las asociaciones de defensa ante los proyectos de embalses, pero no son las únicas.

Vivir en la montaña siempre ha sido duro y ha entrañado más dificultades que la vida en el Llano. Para cualquier organismo, planta, animal, y para los humanos también. Ellos lo saben y lo asumen. No se quejan por ello. No se quejan por la dureza que viene de la Naturaleza. Están hechos a ella. Pero defienden su territorio del abuso de algunos listos.

El 25-O van a parar. Van a parar como una muestra más de dignidad, de entrega hacia un territorio. Y hay que apoyarles. Hay que apoyarles porque representan el amor verdadero hacia un paisaje, la capacidad infinita de lucha, la inteligencia al servicio de un fin noble.

En estos días, resulta tremendo comparar su actitud cabal con la de esos dirigentes de regantes que no se oponen al trasvase porque quieren hacer negocio con un recurso ajeno, llevándose por delante pueblos y valles si es necesario y comerciando con la supuesta seña de identidad de Aragón, el agua.

Recordaremos estos días de nuestra historia, ganemos o perdamos, por la grandeza de los hombres y de las mujeres que los vivieron. Pero yo sólo me imagino la victoria.

José Manuel Nicolau