Ante el 22 de marzo
Día Mundial del Agua descubrimos que aun queda mucho para
que la democracia llegue al agua. Su gestión tiene graves
carencias comenzando la falsedad de la creencia general de
que “el agua es de todos”. Una gran mentira ya que el agua
es de unos pocos, de los dueños de sus concesiones, en unos
casos organismos públicos pero en muchos otros privados como
las comunidades de regantes o los hidroeléctricos.
Ya esta mal que el
agua sea de unos pocos, pero si encima quieren guardar su
agua en casa del vecino, coincidirán conmigo que eso de
democrático no tiene nada. No se puede pretender hacerle un
pantano a otro, destruyendo su territorio para beneficiarse.
Alguien tiene que
empezar a explicarles a los señores regantes que el agua
será suya pero que el territorio es de la gente que vive en
él, y son ellos los que tienen la decisión sobre su destino,
y según la constitución europea tienen el derecho a vivir
ahí donde están. Hoy en día hay suficientes medios técnicos
para guardar agua en su territorio, sin tener que molestar
al vecino, como se va a hacer con el pantano de El Salvador
en vez hacer el de Santaliestra, y como podría hacerse con
Yesa y Biscarrués. Las zonas de regadío pueden sacrificar
una parte de su territorio para guardar el agua, ya que son
ellos los que van a beneficiarse de ello ¿a que es justo?
Ya ha pasado el tiempo
del interés general, porque se ha demostrado que son
intereses particulares enfrentados: por un lado están los
derechos de los territorios amenazados por pantanos y por
otro los derechos de los que se van a beneficiar de ellos.
Y si hablamos de
derechos en un estado democrático descubriremos que todos
somos iguales y que no puede ponerse el interés de una
comarca por encima del futuro de otra. Las grandes
posibilidades de futuro del reino de los Mallos en la
Comarca de la Hoya de Huesca no pueden estar hipotecadas por
las demandas de agua de Monegros.
Hay alternativas
técnicas para construir un futuro en el que todos tengamos
nuestro sitio. |