«El agua calienta más que el fuego y
emborracha más que el vino.»
-Manuel
Lorenzo Pardo. Alicante (España), 1933.-
España acaba de pasar por la peor sequía del último siglo.
¿Cambio climático, episodio natural? Probablemente sería
pronto para decirlo, pero lo cierto es que el último año
hidrometeorológico, que abarca desde el 1 de septiembre de
2004 hasta el 31 de agosto de 2005, pasará a la historia por
haber sido el más seco en España desde que se inicia el
cálculo de volúmenes de precipitaciones en 1947.
La precipitación media en España ha sido de tan sólo 411 mm,
un 40% menos que el valor medio normal, afectando a todas
las regiones, excepto a Canarias. El mayor déficit de
precipitaciones se registró en Extremadura, Andalucía,
Castilla-la Mancha, Madrid, Cataluña y el sur de Castilla y
León, en donde no llegaron ni al 50% de los valores
normales, y en numerosas zonas apenas se llegó al 35% de los
valores medios. En el resto de España el déficit fue
importante, excepto en la vertiente cantábrica, sur de
Galicia, La Rioja, Navarra, este de Aragón, centro y norte
de Valencia, sur de Murcia y este de Almería, aunque sin
llegar a los valores normales. Pero tan importante como el
déficit global, fue el reparto a lo largo del año, pues en
el último año todos los meses fueron secos o muy secos,
excepto octubre de 2004. Y a medida que pasaron los meses,
las reservas acumuladas en los embalses han ido descendiendo
hasta el 40%: en septiembre almacenaban sólo 22.037 Hm3,
frente a los 31.552 Hm3 de hace un año. Las lluvias de otoño
es probable que pongan fin a esta situación extrema, pero la
sequía volverá, porque es un fenómeno cíclico, que se verá
agravado por el cambio climático.
Otro factor a destacar es que la situación pudiera agravarse
aún más, pues históricamente las sequías en España duran de
4 a 5 años, y de ahí la importancia de aplicar políticas de
ahorro y eficiencia en todos los usos, desde los regadíos,
que representan cerca del 80% del consumo, a los usos
urbanos.
¿De quién es el agua?
El agua, como recuerda la ministra Cristina Narbona, es un
bien público y es de todos, y por eso no tiene precio, es un
derecho humano básico. Cuando hablamos del precio del agua
nos referimos a los importantes costes que supone captar,
almacenar, distribuir y depurar el agua una vez utilizada,
sin contaminar y degradar los ríos, el litoral o los
acuíferos. La Directiva Marco de la Unión Europea nos
obligará a repercutir todos los costes en los usuarios
finales.
Otra cosa bien diferente es quien gestiona el agua y el
debate suscitado con los nuevos borradores de los Estatutos
de Autonomía, como el de la Comunidad Valenciana y Cataluña,
entre otros. Nuestro ordenamiento jurídico es meridianamente
claro al respecto: en los ríos que discurren por varias
autonomías existe la Unidad de Cuenca, y es el Gobierno
quién gestiona las cuencas que discurren por varias
regiones, a través de las Confederaciones Hidrográficas.
Ningún territorio puede "blindar" un río que discurre por
varias Comunidades Autónomas, y aún menos puede reclamar o
exigir el trasvase desde otra cuenca, como pretenden dos de
las regiones gobernadas por el PP, Murcia y la Comunidad
Valenciana. La competencia sobre los trasvases corresponde
al gobierno, que se guía por criterios de solidaridad y
responsabilidad. Por eso se suspendió el trasvase del Ebro,
y tarde o temprano habrá que reconsiderar el trasvase del
Tajo, como reclaman todos los partidos y fuerzas regionales
de Castilla-La Mancha, una vez que se solucionen las
carencias de las áreas receptoras con desalinizadoras,
reutilización de aguas residuales y mejora de la eficiencia,
proceso que durará unos cuantos años.
El agua es de todos, pero tiene muchos usos, desde los más
prioritarios, como el abastecimiento de boca o urbano, que
apenas representa un 15%, el abastecimiento industrial (un
7%) y el riego de la agricultura (cerca del 78%). El
Ministerio de Medio Ambiente trata de poner orden y frenar
el descontrol, como el ocasionado por los numerosos pozos
ilegales (se habla de medio millón, pero es difícil saber la
cifra exacta), que sobreexplotan los acuíferos, y detraen
para un uso particular un recurso que es de todos. Conocer
bien quién consume el agua es clave para una buena gestión.
El nacionalismo hidráulico del PP
El PP y algunos de los gobiernos de las Comunidades
Autónomas donde gobierna (Murcia, Comunidad Valenciana,
Madrid) están utilizando la sequía contra el gobierno, al
que no perdonan la derogación del trasvase del Ebro, y sobre
todo haber perdido las elecciones y el gobierno. Nadie tiene
la culpa, políticamente, de que no llueva, pero el PP allá
donde gobierna no ha adoptado medidas para afrontar la
sequía, y se ha lanzado a una campaña demagógica y
permanente contra el gobierno socialista, con la esperanza
de obtener réditos electorales en las próximas
confrontaciones.
Los trasvases son objeto de debate y de confrontación, entre
partidos políticos y regiones, como sucedió con el trasvase
del Ebro, ocurre con cada nuevo trasvase del Tajo e incluso
con el previsto del Júcar al Vinalopó, que enfrenta a
Valencia con Alicante.
El PP de Murcia y Comunidad Valencia han encontrado la
piedra filosofal, la seña de identidad que sirve de bandera
contra la izquierda y el gobierno: el nacionalismo
hidráulico, la demagogia del "agua para todos", y la
reivindicación del trasvase del Ebro, o de trasvases
imposibles desde los embalses vacíos de la cabecera del Tajo
(Entrepeñas, y Buendía). Hoy es el Ebro, luego será el Tajo
medio, posteriormente el Ródano, pero ni con el Amazonas
tendrían bastante. Más regadíos y, sobre todo, campos de
golf y centenares de miles de nuevas viviendas para todos
los europeos que tengan con que pagarlas, a costa de la
destrucción del litoral y de todo tipo de ecosistemas. Uno
de los intelectuales orgánicos, y desde luego el más
inteligente, es el periodista de La Verdad de Murcia (del
grupo Vocento) Manuel Buitrago. Lo que él dice un día, al
día siguiente lo repiten como papagayos todos los
responsables regionales del PP. Buitrago les ilustra y les
da la sofisticación y la gracia que no tienen. Lástima que
una persona tan inteligente y tan lúcida como Buitrago esté
al servicio del "agua para todos los campos de golf".
El discurso, a fuerza de machacón, ha calado hondo, sobre
todo en Murcia, donde existe la extendida ideal de que "les
queremos robar el agua", aunque en ninguna otra región el
gobierno ha invertido tanto para subsanar una demanda voraz,
alimentada por nuevos regadíos, legales o ilegales,
urbanizaciones y campos de golf, y todo ello en la región
más árida de Europa, en ese Levante que va de Alicante a
Almería.
Hablan de una agricultura sin subvenciones, pero se olvidan
de decir que sin las barreras arancelarias no podrían
competir en el mercado europeo, sin olvidar el enorme
impacto del consumo de agua, la destrucción de hábitats, la
contaminación por nitratos y por plaguicidas. Y en algún
momento deberán pagar el "precio real" del agua
subvencionada que consumen, como establece la Directiva
Marco de la Unión Europea.
Pero aún más deplorable es la creación de decenas de nuevos
campos de golf, siempre ligados a grandes complejos
residenciales, con su correspondiente demanda de agua, en la
región más árida de Europa. ¿Qué no hay agua? Pues se trae
de donde sea, y si las cabeceras del Tajo están secas, pues
se recurre al Tajo medio, y cuándo el PP vuelva al gobierno,
se hará por Cañetes el trasvase del Ebro, cueste lo que
cueste, y cuando el Ebro se acabe, el del Tajo Medio, el
Duero, el Guadiana, y se acabará interconectando todas las
cuencas, para llevar el agua de la España húmeda a la seca.
Los nacionalistas hidráulicos no entienden de ecología, ni
de economía, ni falta que hace. Lo suyo es la demagogia y la
movilización permanente, el crear unas nuevas señas de
identidad hidráulicas, que hagan olvidar todos sus fracasos,
y su política real, la especulación urbanística y el
enriquecimiento de unos pocos promotores, y utilizar a los
agricultores de carne de cañón, imbuyendo en la población un
sentimiento de agravio y victimismo.
Es curioso que el presidente de los "regantes" del Vinalopó,
Andrés Martínez, sea el promotor de un campo de golf y 1.500
viviendas en Villena. No hace falta ser tan listo como
Francisco Camps para intuir para qué quiere el trasvase del
Júcar al Vinalopó por Cortes de Pallás, y porqué le indigna
tanto a él, y al PP, el cambio del trazado. Dicen que el
agua en Cullera está contaminada y no sirve para las
promociones golfistas del presidente de los regantes del
green.
Gestión de la demanda contra aumento de la oferta
Como tantas cosas básicas, sólo percibimos la importancia
del agua cuando nos falta, o nos afecta una sequía como la
que hemos sufrido en 2005. La política de aguas es uno de
los temas de mayor confrontación, como muestran las
polémicas en torno al trasvase del Ebro, del Tajo-Segura o
del Júcar-Vinalopó, o la construcción de algunos embalses,
como Castrovido en Burgos, o Biscarrués en Aragón, o Riaño e
Itoiz en un pasado reciente.
Todos utilizamos el agua, ya sea para abastecimiento urbano,
regadíos, usos industriales o incluso campos de golf, y
todos queremos pagar lo menos posible. Las necesidades son
infinitas, pero el recurso es escaso. ¿Cuánta agua es
suficiente? ¿Quién pone límites y raciona la escasez? ¿Quién
paga el abastecimiento y la depuración?
¿Y cuánto tiempo podremos aguantar la demagogia de Andrés
del Campo, presidente de la Federación Nacional de
Comunidades de Regantes de España (Fenacore), que se opone a
algo tan elemental como pagar el precio del agua que
consumen? Los bajos precios del agua para los regadíos
incentivan el despilfarro, impiden la modernización y son
una subvención encubierta, que pagan todos los ciudadanos,
al financiar con dinero público los embalses y las
conducciones, por no hablar de otras externalidades, como la
contaminación difusa por nitratos y plaguicidas, o el coste
de oportunidad del agua, que si se emplea en un uso, no
puede utilizarse en otro. Los agricultores, por supuesto,
atraviesan una difícil situación y hay que garantizarles un
nivel de vida digno por su actividad, una de las más nobles
que existen (producir los alimentos que consumimos), pero
ello no tiene por qué significar necesariamente
garantizarles el agua a un precio muy por debajo de su
coste. Los regadíos consumen casi el 80% del agua en España,
y representan un porcentaje ínfimo del PIB y de la población
ocupada.
La sequía acentúa la necesidad de una nueva política del
agua, que garantice más equidad, más eficiencia y más
sostenibilidad, aprovechando las mejores tecnologías
disponibles, y que combata el despilfarro, la insuficiencia
de recursos y la contaminación del agua.
La nueva política del agua incluye la gestión de la demanda,
frente al enfoque tradicional basado sólo en la oferta de
nuevas infraestructuras hidráulicas, como embalses y
trasvases que, si son necesarias, deberán ejecutarse
analizando sus costes, viabilidad e impacto sobre el medio
ambiente.
La desalinización y la reutilización de las aguas
previamente depuradas, son algunas de las tecnologías a
potenciar cada vez más, teniendo en cuenta los efectos del
cambio climático sobre la disponibilidad de recursos
hídricos continentales; pero también es prioritario
optimizar el uso del agua, mediante la modernización de los
regadíos, la mejora de la calidad del agua y el fomento de
la eficiencia en el uso de los actuales sistemas hídricos
superficiales y subterráneos, reduciendo las importantes
pérdidas en las redes de distribución.
Hacer más con menos
En tiempos de escasez hay que hacer más con menos, y eso es
precisamente lo que se llama eficiencia, que debería ser el
norte de la política de aguas, llueva o no llueva. La nueva
Directiva Marco de la Unión Europea nos obligará también a
mejorar la calidad, sin olvidar el importante papel del agua
en la conservación de ecosistemas. La repercusión de los
costes de las infraestructuras en los usuarios, aunque no
agrade a los afectados, sobre todo a los regantes,
acostumbrados a que el Estado (es decir, todos) corriese con
los gastos e inversiones, servirá sin duda para consumir
agua con más eficiencia.
La política del Gobierno y del ministerio de Medio Ambiente
(el Programa A.G.U.A.) trata de resolver los problemas del
agua de España, proporcionando agua antes, más barata que
con el trasvase del Ebro, con menos perjuicio para el medio
ambiente y de más calidad, que con las alternativas
anteriores del PHN del PP, o las del propio PHN del PSOE de
1996. El Programa A.G.U.A. no plantea conflictos
irresolubles entre Comunidades Autónomas, a diferencia de
los trasvases entre Cuencas, y se adapta a la nueva
legislación de la Unión Europea, y muy especialmente la
Directiva Marco 2000/60.
Hoy conviene resolver con sensatez, sin tanta crispación,
los problemas relacionados con el agua y la sequía actual,
ya sean de cantidad o de calidad. La auténtica sequía de
ideas es la del nacionalismo hidráulico del PP murciano y
valenciano, aferrado al trasvase del Ebro como a una tabla
de salvación, si no hidráulica, al menos electoral (o eso
piensan). La prioridad debe ser aumentar la eficiencia en
todos los usos (o lo que es lo mismo, proporcionar los
mismos servicios con menos consumo de agua), reducir las
pérdidas en las redes de distribución, mejorar la depuración
de las aguas residuales y reutilizarlas para ciertos usos
(regadíos, baldeo de calles, campos de golf, jardines
públicos), instalar la veintena de grandes desalinizadoras
previstas, aprovechar con moderación las aguas subterráneas,
ir aplicando una política de precios que evite el
despilfarro y repercuta los costes en los usuarios e
implantar nuevos modelos de gestión, incluidos los bancos
públicos de agua, dando prioridad al abastecimiento de la
población.
Claro que los del PP quieren ahora aprovechar los bancos
públicos de agua para intentar volver a colar el trasvase
del Ebro, y seguir con la crispación, mientras ponen todo
tipo de zancadillas a las desalinizadoras ¡por razones
ambientales! Precisamente ellos, los nuevos Atilas del
hormigón y del green del golf, que por donde
gobiernan sólo crece el ladrillo y el único verde es el del
green (la presidenta Aguirre juega todos los días,
antes de conceder alguna televisión digital a sus amigos de
la ultraderecha). Ahora resulta que se han vuelto
ecologistas y han descubierto el impacto ambiental de la
salmuera y el boro, o que el nuevo trazado del trasvase
Júcar-Vinalopó atraviesa varias "zonas protegidas", ellos, a
quienes no les tiembla el pulso para recalificar como urbana
cualquier zona, con tal de construir una nueva urbanización
con su correspondiente campo de golf, que tanto ayuda a la
revalorización y da valor añadido a sus proyectos
especulativos.
El cuento chino de Mariano
Según Mariano Rajoy "la desalinización es un cuento chino.
Si volvemos a ganar, el trasvase del Ebro se va a construir
porque la opción de las desalinizadoras no tiene ningún
sentido. Contaminan y ademán tampoco se van a hacer". El
"cuento chino" de Mariano son las 750 plantas
desalinizadoras existentes en España que aportan 400
hectómetros cúbicos al año, abasteciendo a una población de
dos millones y medio de personas, y para el año 2007 podrán
resolver los déficits hídricos de Murcia, Alicante, Almería,
Málaga y Baleares, e incluso Barcelona.
La contraposición con las supuestas prestaciones de un
hipotético trasvase del Ebro, son evidentes a cualquier
observador imparcial, e incluso la prensa internacional,
desde Le Monde a The Economist, han criticado con dureza al
derogado trasvase, sólo defendido por el PP y algunos medios
afines. Con independencia de su inviabilidad económica y
ambiental, el agua trasvasada cada año dependería de las
precipitaciones y la situación existente en la cuenca del
Ebro a lo largo de ese año, lo que hubiera constituido un
riesgo para todos los usuarios del trasvase, aún mayor para
los usuarios situados al final, es decir, fundamentalmente
para Almería y Murcia.
En las cifras anteriores se incluyen tanto la desalinización
de aguas salobres (agua subterránea salinizada, ya sea de
acuíferos costeros en contacto directo con el mar o de
acuíferos aislados) como de aguas marinas. La mitad
corresponde a aguas marinas y la otra a aguas salobres,
aunque el número de plantas para desalinizar agua de mar es
menor que el de salobre, pues éstas son de menor capacidad.
Las desalinizadoras dan de beber a 121 millones de personas
en el mundo, a un coste que hoy no supera los 40 céntimos de
euro por metro cúbico. Con un periodo de amortización de 15
años y subiendo el agua hasta una cota de 100 metros, el
metro cúbico de agua desalinizada cuesta 0,45 euros como
mucho. Según el CEDEX el 40% es gasto energético, otro 40%
la obra, y el 20%, personal y reparaciones. Un precio
bastante inferior a los 91 céntimos de euro por metro cúbico
del trasvase del Ebro, y que seguirá descendiendo en los
próximos años.
España es de los países con mejores tecnologías de
desalinización, lo que nos sitúa en un lugar privilegiado en
un sector en rápida expansión, al igual que sucede con la
energía eólica y la solar fotovoltaica. De hecho exportamos
la tecnología a países tan variados como Argelia o Estados
Unidos. Las desalinizadoras crearán empleo y tejido
empresarial, generarán innovación tecnológica y
exportaciones, y aún pueden reducirse mucho sus costes. Las
desalinizadoras son el futuro, y quien más desarrolle esta
tecnología, tendrá una importante ventaja comparativa en un
mundo donde crecen las demandas de agua y la mayor parte de
la población vive en zonas costeras.
¿Cuánto consumen las desalinizadoras?
El presidente del Gobierno de la Región de Murcia, Ramón
Luis Valcárcel, afirmó en declaraciones a Antena 3 que una
desalinizadora emplea una cantidad de energía "mucho mayor
que un trasvase, 6,6 kilovatios/hora por metro cúbico,
frente a los 4,5 kilovatios/hora de un trasvase".
Como el consumo real de las desalinizadoras no supera los
3,5 kWh por metro cúbico, si los datos del presidente de la
región murciana sobre el trasvase son ciertos, entonces las
desalinizadoras consumen un 22% menos que el trasvase.
El conseller de Territorio y Vivienda del Gobierno
valenciano, Rafael Blasco, afirmó que "para desalinizar los
650 hectómetros cúbicos de agua que propone Narbona se
necesitan entre 650 y 700 millones de kilovatios hora, lo
que dispararía el consumo energético en la Comunidad
Valenciana". Según las cifras del conseller harían
falta más de 10 kWh por metro cúbico. Es probable que el
conseller tenga los datos algo anticuados, o se haya
equivocado de década. Pero para quien pasó de la extrema
izquierda del FRAP al PSOE, y acabó en el PP, por ahora, las
cifras son tan volubles como la ideología, depende de donde
se esté, o eso debe pensar. El mismo Blasco que quiere poner
cien nuevos campos de golf en la Comunidad Valenciana, con
sus correspondientes miles de complejos residenciales, y si
no hay agua, se trasvasa, que para eso está la solidaridad,
para hacer ricos a unos cuántos promotores amigos y
compadres del green.
Hay cuatro consumos energéticos básicos asociados a la
desalinización del agua de mar: el bombeo de la toma hasta
el depósito de entrada, el proceso de desalinización en sí
(ósmosis inversa con bombas de alta presión y recuperación
de energía), el bombeo del agua producida hasta la balsa de
salida y la elevación del agua desde la balsa de salida
hasta los puntos de consumo. Respecto a la desalinización de
agua de mar con la tecnología de ósmosis inversa con
recuperación de energía en la salmuera de rechazo, sin
incluir el bombeo, la cifra del consumo específico a
considerar es de 3,5 kWh/m3, y gracias a las innovaciones
tecnológicas que están surgiendo, se prevé que se reduzca a
2,7 kWh/m3. De hecho las plantas de última generación
consumen menos de 3 kWh/m3.
Pero la FAES da otras cifras. El consumo energético de las
desalinizadoras por ósmosis inversa es de 4 kilovatios hora
por metro cúbico, frente a los 2 kWh del trasvase del Ebro,
según un informe de la Universidad de Murcia encargado por
la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES),
vinculada al PP y presidida por Aznar. Los datos de FAES son
erróneos: el trasvase del Ebro consumiría 3,26 kWh/m3.
Sería de desear que los responsables del PP en Murcia,
Comunidad Valenciana y Madrid se pusieran de acuerdo en
alguna cifra, porque cada uno ofrece las suyas, a cual más
variada, desde 4 kWh a más de 10 kWh por metro cúbico
desalinizado, y lo mismo ocurre con los datos del trasvase.
Quizás, con las prisas en cuestionar la alternativa del
gobierno, no han tenido tiempo de estudiar los consumos
reales. Ni falta que les hace.
El trasvase, realmente, consumiría un 30 por ciento más de
electricidad que las desalinizadoras, puesto que habría que
llevar el agua desde el Ebro hasta Almería a través de 11
bombeos que elevarían el agua hasta más de 1.000 metros
sobre el nivel del mar. Según el Ministerio de Medio
Ambiente, las desalinizadoras contempladas en el Plan de
Actuaciones Urgentes consumirían 2.173 GWh/año (2.484 GWh si
se incluye también el bombeo del agua hasta los puntos de
consumo), frente a los 3.423 GWh anuales del trasvase del
Ebro.
¿Cuánto dióxido de carbono emiten las desalinizadoras?
El conseller de Territorio y Vivienda del Gobierno
valenciano, Rafael Blasco, aseguró que el Plan de
Desalinizadoras del Ministerio de Medio Ambiente "supondrá
un incremento de 4 millones de toneladas de CO2 a la
atmósfera al año, lo que resulta totalmente incompatible con
el Protocolo de Kioto". "Las industrias eléctricas no solo
no podrán cumplir con la reducción de un 3% que les impone
el Gobierno del PSOE, sino que aumentarán su volumen de
emisiones en un 5% cuando empiecen a funcionar las nuevas
desalinizadoras", especificó el conseller un
exmarxista-leninista-pensamiento de Mao Zedong (otro amante
de los trasvases). "Si se realiza un segundo plan de
desalinizadoras para cubrir las necesidades de agua de la
Comunidad Valenciana, Murcia y Almería, fijadas en 1.000
hectómetros cúbicos, la emisión de CO2 aumentaría hasta los
5,5 millones de toneladas", según Blasco.
Pero según la Fundación para el Análisis y los Estudios
Sociales (FAES), vinculada al PP, la producción de 600
hectómetros cúbicos de agua por desalinización supondría un
consumo energético de 2.400 gigavatios hora (GWh), "lo que
produciría un aumento del dióxido de carbono (CO2) vertido a
la atmósfera". El informe señala que las desalinizadoras
"contribuirían a incrementar el efecto invernadero con 2,4
millones de toneladas de CO2".
Según otro informe del Instituto Universitario de Geografía
de Alicante, entidad al servicio de la agitación del
nacionalismo hidráulico valenciano, "supondría incrementar
en 3,2 millones de toneladas la emisión de CO2, lo que
alejaría aún más a España de cumplir con el protocolo de
Kioto, que estableció para nuestro país el objetivo de
reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 15%
por debajo de los niveles de 1990".
¿En qué quedamos? ¿Son 2,4 millones, 3,2 millones, 4
millones o 5,5 millones de toneladas de CO2? Según el
ministerio de Medio Ambiente y nuestros propios cálculos,
esas emisiones quedarán reducidas, en el peor de los casos,
a 873.000 toneladas de CO2 de las desalinizadoras y 998.500
toneladas de CO2 si se incluye también el bombeo, apenas el
0,25% de las emisiones actuales en España de gases de
invernadero, dado que actualmente se emiten 402 gramos de
CO2 por kWh, con el "mix" de generación actual. Si se
instalan 1.000 MW eólicos adicionales, para compensar el
consumo eléctrico de las desalinizadoras y el bombeo, las
emisiones de gases de invernadero serán nulas. De hecho, el
Plan de Energías Renovables ha elevado las previsiones de
eólica para el año 2011 de 13.000 MW a 20.000 MW, en función
de los estudios de la integración en la red eléctrica de
distribución. El trasvase del Ebro habría emitido 1.376.000
toneladas de dióxido de carbono, bastante más que las
desalinizadoras.
Los análisis de FAES-PP, como los realizados por los
gobiernos autonómicos valenciano y murciano, pretenden
cuestionar al "corazón" de dos políticas claves del
Ministerio de Medio Ambiente, pero a partir de datos cuanto
menos discutibles, y probablemente erróneos.
Curioso que el PP haga estos análisis, cuando en los ocho
años de gobierno hubo un gran aumento de las emisiones de
CO2 en España, nada menos que un 36%. ¡Y ahora les preocupa
el 0,2%! El abandono del trasvase del Ebro fue la
alternativa más sensata, y las desalinizadoras
proporcionarán agua de mayor calidad, más barata, con mayor
seguridad y mucho antes que con el trasvase del Ebro.
Golf + urbanizaciones = trasvase del Ebro
Un campo de golf de 18 hoyos necesita entre 45 y 80
hectáreas. Cuando el campo de golf se asocia a una
urbanización residencial, el consumo de agua para el llenado
de piscinas privadas y el riego de jardines particulares se
dispara, algo especialmente grave en una zona tan árida como
el sureste peninsular. Y dado el elevado consumo de suelo,
se suelen ubicar en zonas naturales escasamente urbanizadas
o en zonas agrícolas. De hecho, los regantes son sólo una
excusa, y la carne de cañón para las manifestaciones en
Murcia o Alicante. Quedaría más feo una manifestación de
promotores y especuladores en sus automóviles de lujo, con
Camps, Valcárcel y Mariano en la cabeza, Buitrago de
cronista oficial, y con pancartas que rezasen "Agua para
Todos los Campos de Golf".
Los campos de golf van asociados generalmente a operaciones
inmobiliarias, que son las que les dan su rentabilidad
financiera. Para instalar un campo de golf hay que talar los
árboles y matorrales, con pérdida de la diversidad
biológica, aunque eso no preocupa a los ecologistas del PP.
A ellos sólo les quita el sueño la salmuera. Además, el
suelo del terreno original se sustituye por una capa de
grava destinada a favorecer el drenaje, lo que incrementa
las escorrentías y reduce la capacidad de retención de agua
del subsuelo, aumentando el consumo de agua: entre 360.000 y
500.000 metros cúbicos por año para un campo de 18 hoyos, en
competencia directa con otros usos (agrícolas, urbanos y los
de la propia naturaleza), más los de la urbanización
asociada, aún mucho más elevados.
Pero tan importante como el elevadísimo consumo de agua, es
el empleo intensivo de fertilizantes químicos y plaguicidas
tóxicos. Los greens son monocultivos homogéneos, y su
mantenimiento requiere el uso de herbicidas e insecticidas,
que ocasionan una importante contaminación. Claro que para
Blasco y sus correligionarios del PP los campos de golf
mejoran el medio ambiente, pues sustituyen terrenos áridos
por extensas zonas verdes, en urbanizaciones cerradas ajenas
a su entorno geográfico y social, con un impacto casi nulo
en las zonas aledañas, pues todo se compra dentro del
complejo. Lo que sí hay que pagar y externalizar son la
recogida de residuos, el abastecimiento y el saneamiento de
agua, cuya prestación puede acabar suponiendo una pesada
carga para los Ayuntamientos. Beneficios privados, gastos
públicos, esa es la máxima del nacionalismo hidráulico.
El programa A.G.U.A. versus el trasvase del Ebro
1.
Más agua: 1.063 hectómetros cúbicos de agua, frente a los
1.048 hectómetros cúbicos del trasvase.
2. Más calidad: la contaminación del embalse de Flix pone
de manifiesto los problemas de calidad del agua del Ebro
en su tramo inferior, que es de dónde partiría el
trasvase. El agua procedente de las desalinizadoras tiene
una calidad óptima.
3. Más barato: 3.900 millones de euros del programa
A.G.U.A., frente a los 4.200 millones de euros del
trasvase.
4. Menos consumo de electricidad: 2.484 GWh del programa
A.G.U.A., frente a 3.423 GWh del trasvase del Ebro.
5. Menos emisiones: 998.000 toneladas de CO2 de A.G.U.A.,
incluido el bombeo (el 0,2% de las emisiones españolas de
gases de invernadero), mientras que el trasvase emitiría
1.376.000 toneladas, sin utilizar energías renovables en
ambas alternativas y con el mix de generación eléctrica
actual.
6. Menos ocupación de espacio: 2.252 hectáreas en el caso
del trasvase, mientras que las desalinizadoras afectan
apenas a 55,89 hectáreas
7. Menor impacto ambiental: con la tecnología actual de
difusores y emisarios, la salmuera no tiene prácticamente
ningún impacto ambiental sobre las fanerógamas marinas
(Posidonia oceanica) y, en general, sobre el Mediterráneo.
El movimiento de tierras de las desalinizadoras previstas
asciende a 482.517 metros cúbicos, frente a 28,5 millones
de metros cúbicos del trasvase. El trasvase del Ebro
habría tenido igualmente un gran impacto sobre numerosos
espacios protegidos.
8. El agua llegará antes, y ya en el año 2007 se
producirán las primeras aportaciones importantes.
9. Sin conflictos entre Comunidades Autónomas.
10. Mayor seguridad, al no sufrir las variaciones del
ciclo hidrológico y el impacto del cambio climático sobre
el trasvase.
11. El programa A.G.U.A. concede mayor prioridad al
ahorro, a la eficiencia y a la gestión sostenible de la
demanda que el PHN.
12. Adaptación a la legislación de la Unión Europea, y muy
especialmente a la Directiva Marco 2000/60.
Referencias
Rico Amorós, Antonio M.; Olcina Cantos, Jorge; Paños
Callado, Vicente; Baños Castiñeira, Carlos. Depuración,
desalinización y reutilización de aguas en España (estudio
regional). Barcelona: Oikos-Tau, 1998.
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(*) José Santamarta es director de la edición española de la
revista World Watch.
http://www.nodo50.org/worldwatch/ww/pdf/agua.pdf
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