Aire libre
Las
termas de Tiermas: la reivindicación de una fuente de riqueza
El
agua ahogada
Las aguas termales de Tiermas constituyen una peculiar fuente de
riqueza, ya que pese a la constatación de sus beneficios para la
salud, están totalmente desaprovechadas tras haber quedado
inundadas por el pantano de Yesa. Sin embargo, con tozudez
montañera afloran cada año al final del verano, cuando el embalse
está bajo. Es el momento en que las gentes conocedoras de las
propiedades medicinales de las termas, o las que simplemente
quieren disfrutar de un momento de relax, acuden a sumergirse en
su calidez, esforzándose en ignorar el panorama que les circunda y
que recuerda más los efectos de una guerra que el magnífico
balneario que allí hubo. La Asociación Río Aragón contra el
recrecimiento de Yesa insiste en recuperar esta riqueza y emplaza
para ello a la Comarca de la Jacetania, el Gobierno de Aragón y el
Ministerio de Medio Ambiente.
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Esta imagen de
1959 refleja la inundación del pueblo bajo de Tiermas, junto
con su balneario y el de las posibilidades de desarrollo de
esta zona de la Jacetania. (Todas las fotos proceden de la
Asociación pro Defensa de Tiermas) |
Luisa
PUEYO
JACA.- Las aguas termales
de Tiermas siguen allí. Debajo del pantano de Yesa desde 1959,
este manantial continúa ofreciendo para nadie su riqueza curativa.
Sólo al llegar el fin del verano se aprecian estas aguas en
superficie, junto a los muros que un día las civilizaron, los de
aquel balneario, con raíces romanas –el nombre de Tiermas, las
thermae romanas, es inequívoco-, parada obligatoria para
quienes buscaban reencontrarse con la salud. Eran gentes de toda
condición, desde los menos pudientes, que se alojaban en las
fondas, hasta los más ilustres y adinerados, que aprovechaban las
lujosas instalaciones de decoración modernista del hotel Infanta
Isabel, inaugurado en 1908 y propiedad de los Condes de Coello.
También quedan restos de las casas que los vecinos de Tiermas
habían edificado junto al centro termal para disfrutar del verano,
y del viejo puente medieval, construido para salvar el río Aragón
y décadas después sumergido por sus aguas, forzadas por la presa
que las retiene.
Son estas piedras, las
mismas que evocan cuando afloran a la superficie la desolación que
sigue a una batalla, los más directos testimonios de lo que fue un
pasado de esplendor en torno a esta riqueza natural, hoy
desaprovechada. Quienes cada año acuden a la llamada de estas
aguas renuentes a ser olvidadas, que con terquedad continúan
fluyendo como durante siglos lo han hecho, quizás ya no se
conmueven pensando en la vida que aquí hubo hasta la amenaza
sombría del pantano, del que ya se hablaba en 1907, aunque por
aquel entonces se planteaban unas dimensiones más reducidas y una
ubicación aguas abajo de Tiermas.
Los clientes, mientras,
seguían acudiendo, conocedores de los beneficios de estas aguas
sulfurosas, carbo-gaseosas y radiactivas para combatir
enfermedades cardiovasculares, alteraciones respiratorias, del
sistema nervioso, de la piel y ginecológicas, así como el
reumatismo, la rinitis, la sinusitis y la obesidad, como se
recuerda en el libro “De las Heras, una mirada al Pirineo,
1910-1945”, dedicado al fotógrafo Francisco de las Heras que entre
los años 1910 y 1925 editó dos colecciones de postales sobre el
balneario, “un centro termal de los más populares en su época”.
Las fotografías se acompañan por referencias históricas, y así se
explica que el mayor esplendor se vivió en 1912, que el coche de
línea que unía Jaca y Pamplona tenía aquí una parada, y que el
hotel Infanta Isabel, que junto a las instalaciones hosteleras
disponía de gabinete de lectura, sala de recreo, parque y pista de
tenis, y se comunicaba con el balneario por un pasadizo, se quemó
en los años 40 y ya no fue reconstruido. Hay asimismo en este
libro el reflejo de otra memoria más íntima, la de Máxima García,
vecina primero de Tiermas y luego de Artieda, fallecida a los 99
años de edad con la pena de haber visto morir a su pueblo – 1.500
personas de éste y de los de Ruesta y Esco fueron forzadas el
éxodo- y el temor de que ocurra lo mismo con Artieda, amenazado
hoy por el proyecto de recrecer el mismo pantano. Frente al
desarraigo actual que impera en esta zona, Máxima García se
remonta a una vida plena, la de cerca de 800 vecinos que
disfrutaban del pueblo asentado en la meseta y de las casas del
entorno del balneario. Ella estuvo un año de planchadora en el
hotel y coincidió con la visita del rey Alfonso XIII, toda una
fiesta.
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El Balneario
de Tiermas en los años 30 |
Las ruinas del
balneario salen a la luz al final del verano, junto con las
aguas termales |
La triste historia de
Tiermas, explicada al detalle en numerosas ocasiones por la
historiadora Pilar Poblador, es demasiado reciente y las heridas
dejadas en mucha gente no han cicatrizado. Es difícil que lo
hagan, dadas las circunstancias: los vecinos de Tiermas,
constituidos en asociación, se ven ahora obligados, tras asistir
impotentes al expolio de los bienes arquitectónicos del pueblo, a
acudir al Tribunal de La Haya de derechos humanos para llevar allí
las pruebas de su desamparo ante una expropiación forzosa que no
se quiere admitir, cuando todavía no han digerido el amargo bocado
que supuso la compra del pueblo por 3,7 millones de pesetas en
1983 por parte del Ayuntamiento de Sigüés a la Confederación
Hidrográfica del Ebro, sin la preceptiva notificación a los
expropiados que, sin saberlo, estaban tramitando la reversión de
sus casas. Los de Tiermas, fieles a su memoria, estarán hoy,
domingo, en Leyre, en su reunión anual motivada por la nostalgia
de sus raíces y la lucha por recuperarlas.
Por otro lado, está
la riqueza en sí de las aguas termales, inútiles porque así lo ha
querido la administración. La Asociación Río Aragón reivindicó en
el año 2000 su recuperación por parte del Gobierno de Aragón. La
respuesta no ha podido ser más elocuente: ni una palabra. En 2003,
el colectivo vuelve a la carga, esta vez emplazando también a la
Comarca de la Jacetania y, por supuesto, al Ministerio de Medio
Ambiente. Su argumentación se apoya en la tesis doctoral de
Sebastián Contín Pellicer, publicada en 1989 con el título
“Historia del Balneario de Tiermas”. En ella deja constancia de la
importancia de este centro termal ya en la Edad Antigua, pues su
fundación data “por lo menos de la época de los romanos”, y de su
uso en la Edad Media, confirmado documentalmente, incluso con un
hospital citado en la Guía de Peregrinos de Santiago, “lo que
demuestra las virtudes
que se le atribuían en unas épocas en que los balnearios estaban
abandonados, en franco descrédito e incluso proscritos”. También
se valoró en la Edad Moderna, con monografías publicadas en los
siglos XVII y XVIII, e incluso con la restauración de sus
instalaciones durante la Ilustración.
Contín
señala que durante todo este tiempo han tenido relevancia tanto la
composición de las aguas como su temperatura, y considera
obligatorio tener en cuenta estas posibilidades curativas, ligadas
ahora a “las más modernas técnicas crenoterápicas” y la tendencia
en los últimos años a volver “al uso de la balneoterapia”. “Es
necesario que se prosigan los estudios para el rescate de las
aguas termales, bien continuando los sondeos que en 1987 inició la
Diputación Provincial de Zaragoza, a requerimiento del
Ayuntamiento de Sigüés, para encontrar la veta profunda, o bien
extrayéndolas de la primitiva fuente exterior del embalse con los
modernos procedimientos que hoy tiene la técnica y que son de una
gran sencillez”, dice Contín, y añade que esto ha de conllevar la
construcción de un nuevo balneario “dotado de los más modernos
medios de tratamiento médico y de régimen turístico”, lo que “sin
duda repercutirá positivamente en el futuro de la tan deprimida
comarca de la Alta Zaragoza”.
“Por supuesto –apostilla-,
habiendo descartado definitivamente, como parece que ya se ha
hecho, el absurdo y faraónico proyecto del recrecimiento del
pantano de Yesa, que sólo supone la definitiva ruina de toda la
comarca, con consecuencias hoy inapreciables para Aragón y para
todo el Pirineo”.
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El puente medieval de Tiermas antes de la inundación |
El puente, cegado por los sedimentos, resurge cuando las aguas
descienden |
Para Río Aragón,
estas conclusiones siguen vigentes pese al tiempo transcurrido,
con el valor de las aguas afianzado por “el
poder de atracción que tienen para las
gentes de la vecina Navarra y comarca de la Jacetania”.
“Se cuentan por miles quienes en los
escasos meses de final de verano y principio de otoño, cuando el
nivel del pantano ha descendido considerablemente, se acercan
hasta las fuentes de lo que fue balneario y,
en improvisadas badinas, se sumergen
en las aguas o se embadurnan en el barro de las orillas hasta
cumplir la preceptiva novena.
A pesar
de que las condiciones higiénicas de estos baños no son las
deseables, el número de personas que buscan remedio a sus males o
simplemente el deleite de estar en tan excepcionales aguas está
aumentando de forma espectacular en los últimos años”,
señala la asociación.
En su reivindicación de
octubre de 2000, unida al paro del Pirineo del 25-O, Río Aragón
hablaba de la obligación del GA de “velar por el patrimonio
natural, la salud de sus conciudadanos y la puesta en valor de los
recursos que puedan servir para su disfrute y la revitalización
económica de las zonas más deprimidas”, sin que esta recuperación
se asuma como parte de un plan de restitución que la asociación no
acepta. Entonces se pidió incluir en los presupuestos de 2001 una
partida para estudiar la forma de hacer accesibles todo el año
estas aguas, e iniciar la redacción de un proyecto para su
aprovechamiento en unas instalaciones adecuadas. La petición cayó
en saco roto.
Por eso, el
pasado
21 de septiembre, un centenar de personas protagonizaron un acto
testimonial, en el que se pintó un graffiti con el lema “Termas
vivas” en uno de los muros de la vieja construcción termal y se
hizo un baño colectivo. La petición de este día se dirige al
Ministerio y a la CHE - para que “en lugar de ocultar información
y obstaculizar, favorezcan de forma clara la recuperación de las
aguas termales de Tiermas, apostando ya por una Nueva Cultura del
Agua, que pone de relieve la necesidad de considerar otros usos,
como los ligados al ocio y la salud”-, y al GA, para que “lidere
esta recuperación” y elabore un Plan Director en coordinación con
la Comarca de la Jacetania, que debe reclamar su protagonismo. “La
construcción del embalse de Yesa supuso la pérdida de este gran
patrimonio, nunca valorada a la hora de analizar el efecto real de
dicha obra y que en absoluto es despreciable si se considera el
negocio en que se están convirtiendo los complejos
que aprovechan las aguas
termales. El proyecto de recrecimiento no hace sino potenciar la
pérdida de patrimonio de esta comarca tan injustamente tratada en
el pasado, al tiempo que se convierte en una permanente amenaza
para cualquier proyecto ambicioso, como sería recuperar el
balneario en un emplazamiento adecuado”, afirma Río Aragón, que
reclama “el derecho de la comarca a ser compensada por el
perjuicio sufrido en el pasado” y el de hoy día a disfrutar de
estas aguas termales.
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