La
Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) confirmó la
existencia de un informe elaborado después de que en agosto
de 2006 se produjera un deslizamiento de 3,5 millones de
metros cúbicos de tierra en la ladera izquierda del embalse
de Yesa, donde se llevan a cabo obras de recrecimiento del
pantano. Mientras la prensa alerta sobre la posibilidad de
que la ladera acabe desplomándose sobre el agua produciendo
una ola gigante que podría alcanzar incluso a Sangüesa, la
CHE trata de tranquilizar a la opinión pública al asegurar
que adoptó inmediatamente las recomendaciones incluidas en
el informe. Y añade que el movimiento de la ladera "se ha
desacelerado hasta casi desaparecer" y que "en ningún
momento se ha estado en situación de alerta o de peligro".
Cabe
suponer que será así, porque en caso contrario tendríamos
que denunciar una actuación gravemente irresponsable. Sin
embargo, hay circunstancias -esa equivocada táctica de
ocultación de cualquier hecho que contradiga los proyectos
de la administración-, que exigen recibir el mensaje de la
CHE al menos con ciertas cautelas. Supone un incumplimiento
más del principio democrático que exige que toda
infraestructura esté sujeta a la máxima transparencia y al
máximo control de calidad y eficiencia y sólo puede generar
desconfianza. En segundo lugar, las obras están casi
paralizadas desde que se produjo el suceso, lo que parece
contradecir la afirmación de que no afectaba a la seguridad
de los trabajos.
Además, ya
en enero de 2004 se detectó una grieta de 20 metros en la
ladera izquierda y fue necesario inyectar enormes cantidades
de hormigón. Yesa es un proyecto tan poco claro que sus
responsables políticos -algunos vinculados también al
pantano de Itoiz-, han pasado por los tribunales, y aunque
fueron absueltos en primera instancia, la Fiscalía afirma en
su recurso que "el relato de hechos probados de la sentencia
se corresponde con una sentencia condenatoria". Sin olvidar
que de lo dudoso del proyecto da cuenta también el que,
obviando las supuestas necesidades originales que exigían un
macropantano que triplicaría la capacidad del actual, la CHE
haya dado marcha atrás y ahora se conforma con un
crecimiento sensiblemente inferior. Quedan, por último, las
coincidencias con Itoiz, con denuncias científicas también
sobre riesgos de deslizamientos en una ladera y una similar
estrategia de ocultismo y falta de transparencia de la CHE.
http://www.noticiasdenavarra.com/ediciones/2007/02/21/opinion/d21opi3.817336.php
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