Como
habían pronosticado algunos informes de la universidad de
Zaragoza, la ladera izquierda del embalse se ha deslizado en
cuanto ha sido tocada por las obras del recrecimiento. Una
importante masa de tierra se ha movido al no aguantar el
peso de un vertedero. El efecto que podría provocar la caída
de la ladera al agua sería catastrófico al generar una ola
que desbordaría la presa por encima amenazando a los 5.000
habitantes de Sangüesa. El ingeniero responsable de la
construcción de la actual presa –D. René Petit- también
tenía sus dudas y temores sobre la estabilidad en el flanco
izquierdo de la presa.
El
proyecto de recrecimiento se presentó hace 21 años y ¡aún
está por definir! Se está trabajando sobre un proyecto, pero
se tramita la aprobación de otro a menor cota. Y hay dos
tribunales pendientes de dictar sentencias. Sin duda el de
la seguridad es el mayor inconveniente. ¿Qué político puede
atreverse a ordenar seguir con la construcción de la presa
sobre una ladera que se mueve? El segundo gran inconveniente
es que se volvería a castigar a un territorio que ya vivió
un gran deterioro socioeconómico y mucho sufrimiento humano
con el actual embalse, del que todavía no se ha recuperado.
El impacto social y territorial de otra inundación adicional
es inaceptable. Las pérdidas del patrimonio asociado al
Camino de Santiago y a los ecosistemas naturales son también
considerables.
Hay
otro aspecto, sin embargo, altamente incomprensible para lo
que yo considero el sentido común, la sensatez. Se trata de
la negativa de las administraciones y de los regantes a
aceptar la propuesta de 2004 de los montañeses y de la FNCA
de tomar del río el agua que demandan pero almacenándola en
su territorio. ¿Qué más les da, si lo que Bardenas demanda
es agua y eso no se les cuestiona, incluso aunque esté fuera
de la Directiva Marco y de la Nueva Cultura del Agua? ¿Por
qué quieren también el territorio pirenaico para
almacenarla? Se dice que hay intereses en el salto
hidroeléctrico. También que así sería más viable la venta
del agua a los levantinos como anunció Luis Ciudad máximo
responsable de Bardenas. Puede ser. Pero sin duda creo que
hay una dosis de orgullo mal entendido. Algo así como:
“Estos montañeses, académicos y ecologistas no se salen con
la suya. Se tienen que tragar un pantano, grande o pequeño”.
En Biscarrués la situación es similar. De otra manera no se
entiende la obcecación por seguir adelante con una presa con
problemas de seguridad probados, con una tramitación
cuestionada por los fiscales y enredada en la vía judicial y
que se aleja de los principios de “Recuperación de Costes” y
del “Buen Estado Ecológico de los Ríos” que exige la
Directiva Marco del Agua.
Que
la sensatez ilumine a los responsables públicos para atender
las necesidades del regadío de Bardenas sin cometer el
despropósito de poner en riesgo vidas humanas, la injusticia
de pedir más sacrificios a los que aún no se han recuperado
del anterior y alejarse de la Directiva Europea del Agua.
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