Me han resultado muy llamativas las eufóricas declaraciones
de los gerifaltes de Izquierda Unida, un partido que han
llevado al borde de la marginalidad, pero que se
autoproclama sin pudor como «el único de izquierdas». Si así
fuera, resultaría que apenas un 3% del electorado es de
izquierdas de verdad.
Estas afirmaciones contrastan con la política real de este
partido allá donde ha asumido responsabilidades. En algunos
de esos pocos lugares donde ha tenido poder municipal ya ha
estado envuelto en casos de corrupción urbanística, como las
denunciadas por algunos destacados militantes del propio
partido.
Pero las cúpulas de IU van a lo suyo, acallando voces
críticas y aliándose con el poderoso. Ya dijo Barrena en un
debate en TV que estaban contra lo que él llamó «dictadura
de las minorías». Minorías como las de Artieda, un pueblo
aragonés afectado por el recrecimiento de Yesa, que con
tanto ahínco defiende IU, como si ellos mismos fuesen ACS o
Ferrovial. Estoy convencido de que si las buenas gentes de
Artieda fuesen miembros de alguna minoría étnica recién
llegada, IU alzaría la voz contra el atropello que sufren.
Pero lamentablemente para
ellos los de Artieda son aragoneses de toda la vida. ¡Que
Stalin les pille confesados!
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