En un momento en que se venden acuerdos en materia
hidráulica en Aragón se constata como van avanzando las
posiciones de quienes desde hace más de 20 años venimos
defendiendo tesis que si entonces resultaban denostadas
ahora han pasado a ser patrimonio del sentido común. No
inundar pueblos, potenciar usos alternativos al de su
regulación en los ríos o embalsar en las propias zonas de
regadío como estrategia posible e incluso imprescindible
para los necesarios procesos de modernización son conceptos
claves que han aparecido en las alternativas dadas en el
Matarraña, Santaliestra o Biscarrués. La constancia y visión
de futuro de los afectados han sido fundamentales para estos
cambios de perspectiva , aunque ahora aparecen muchos que
hasta hace cuatro días estaban escondidos dispuestos a
ponerse las medallas, y seguirán siendo claves para que los
siguientes grandes retos de garantizar caudales y regímenes
en los ríos acordes a los principios de la DMA y en paralelo
limitar las disparatadas ampliaciones del regadío
planteadas, sean posibles a corto plazo.
Lo curioso de todo esto es que lo que en estos casos es
posible en Yesa no lo fue y por eso sigue siendo una herida
abierta, por mucho que a algunos les pese, que cuenta con la
oposición de los verdaderamente afectados, las
organizaciones ecologistas, CHA y cualesquiera de nuestros
personajes de relevancia adscritos a lo que se ha dado en
llamar Nueva Cultura del Agua. Y yo me pregunto ¿porqué en
el dictamen sobre Yesa no se arbitraron las soluciones
considerando que debe ser Bardenas quien asuma el
almacenamiento del agua que se le puede extraer de forma
razonable al río Aragón, de forma suplementaria a la gran
regulación en cabecera que ya es el actual embalse?. Es
curioso que ni tan siquiera se permitió el debate en serio
de esta cuestión a pesar de ser totalmente necesaria una
estrategia de este tipo dada la limitada capacidad de
transporte del actual canal, irrecrecible en algunos tramos.
Y sólo se me ocurren dos razones: La primera que primaron
demasiado los intereses personales en la ponencia que debate
las obras
conflictivas, con un presidente y un representante de los
regantes directamente beneficiarios de Yesa. Como me parece
una actitud excesivamente mezquina debo pensar que la clave
está en una segunda posibilidad.
El
recrecimiento de Yesa es el peaje que hay que pagar a la
vieja política hidráulica y se quiere mantener su papel de
embalse estratégico de la cuenca. Pero, estando en el cauce
del río su único papel estratégico está asociada a ansias
trasvasistas todavía no desterradas. Y cuando uno lee al
consejero valenciano de infraestructuras decir que: “A la
comunidad valenciana han venido usuarios del Ebro a
ofrecernos agua que les sobra porque no la utilizan, y que
estarían dispuestos a vendérnosla si algún día se construye
la infraestructura” y recuerda al Sr. Ciudad presidente de
la Comunidad General de Bardenas diciendo: “Con Yesa
recrecido podemos satisfacer las necesidades de Bardenas,
dar servicio a industrias agroalimentarias y a los
abastecimientos de Zaragoza y entorno... y, con el agua que
sobre, podemos negociar con catalanes o valencianos” pues
que quieren que les diga: claro como el agua. Por eso muchos
seguiremos luchando para que la gran injusticia y
despropósito que es el recrecimiento de Yesa para almacenar
más de 1000 hm3 en un río de 1200 se entierre para siempre y
los sufridos habitantes de los pueblos ribereños puedan
descansar tranquilos. Algo a lo que tienen todo el derecho
del mundo.
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