El
domingo tendrán los nostálgicos oportunidad de
revivir los tiempos en que la España hambrienta
de los planes de desarrollo, preludiaba las películas
en aquellas imágenes en blanco y negro en que la
buena gente de jornadas de sol a sol y silencio
grabado a fuego, aplaudía medallas de cuyo fulgor
ordeñaba la esperanza y la resignación para
continuar humillada, rodilla en tierra a la espera
del milagro siempre por llegar.
Veremos
pedir agua, agua a toda costa y a toda acequia,
agua de donde sea y como sea, agua con y contra
quien sea. Y a eso le llamarán futuro,
prosperidad, legítimo derecho a crecer. Y los
nuevos Marshall que hayan apiñado tanta sed
reivindicativa, insistirán en la imperiosa
necesidad de mantener reservas estratégicas de
agua, prometiendo regadío a granel, tapices de
untuoso verde en Bardenas y Monegros, chapoteo de
arroz en el desierto, Terra Mítica de porrón.
Y
sólo faltará un grupo de coros y danzas, de
aquellos de tipismo enjaulado estilo Marisol, para
dar el puntazo final a la escena: Ejea manifestándose
el próximo día 7 de Abril a favor del Pacto del
Agua, con unos cuantos líderes parodiando el
aragonesismo y otros mareando al jefe de Madrid
que, el pobre, anda preocupado porque ahora, tras
la coctelera hidrológica Bruselas light
continúa sin acortar distancias con el partido en
el poder.
Desde
el Mediterráneo, en un alto en las roturaciones
para beberse el caudal soñado, se sumarán a la
fiesta gratuita de este penoso resquicio de la
España que prefiere seguir engañada y los más
ilusos manifestantes volverán a casa emocionados
tarareando la canción en honor a los americanos
que, a pesar de ser recibidos con alegría y con
la ropa de las grandes ocasiones, pasaban de largo
sin detenerse en la estación de aquellos
ignorantes de la posguerra de leche en polvo y
cartilla de racionamiento. Mientras, Jaume Matas,
divertido por el espectáculo en sepia de Ejea, a
la vez que incómodo por el foco insurrecto de
Artieda cimentado sobre la Nueva Cultura del Agua,
buscará en su caja fuerte la llave de la tajadera
de Yesa y se preguntará si podrá por fin
utilizarla algún día.
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