Es
de agradecer que los gobernantes se molesten en
remitirnos a nuestros hogares una amigable carta
para convocarnos a una nueva concentración contra
el PHN y el trasvase del Ebro, explicándonos los
motivos que tenemos para hacerlo. Nos gustaría,
sin embargo, plantearles algunas consideraciones.
¿Por
qué motivo afirman los Señores Presidente y
Vicepresidente que “Aragón
pasa por un momento difícil”, cuando las
obras que ellos propugnan como indispensables para
el futuro de esta tierra –las del Pacto del
Agua–, están recogidas en el PHN con rango de
Ley, compromiso de urgencia y están declaradas de
“interés general? ¿Qué más se podría pedir?
Para
quienes en verdad es un momento difícil es para
las gentes del Pirineo, que así lo han expresado
en manifestaciones multitudinarias. Su dignidad y
sus ya escasos tramos de unos ríos que fueron
majestuosos, es lo que está peligro, a la vez que
ven no hay voluntad de gobierno para articular un
modelo de desarrollo económico y social que sea
respetuoso con lo que esos ríos representan para
sus sentimientos y para las legítimas
expectativas de su desarrollo económico. Sienten
la profunda indignación de ver cómo a ellos -que
nunca hasta ahora habían pedido nada de sus ríos
para sí mismos-, se les niega, incluso desde la
propia tierra, y se les acusa de insolidarios.
Lo
que los Señores Presidente y Vicepresidente
argumentan fuera de Aragón para justificar su
negativa al PHN y a los trasvases del Ebro (los
costes económicos y sociales desproporcionados,
los derechos de las minorías, el respeto a los
valores medioambientales, la inviolabilidad del
territorio, etc.) es aplicable al pie de la letra
a la política que defienden para Aragón.
Las
grandes obras de regulación previstas en el
Pirineo no responden a necesidad objetiva de
nadie, ni a realidad económica o de estrategia
hidrológica socialmente defendibles. No hay
proporción entre el coste económico de esas
operaciones, el beneficio social esperado, la
destrucción de valores patrimoniales colectivos y
el dolor humano que desencadenan.
Hay
formas de economía muy sustanciosas y muy
sociales, ligadas al aprovechamiento de los ríos,
especialmente los ríos hermosos, como los
pirenaicos. Son formas diferentes de la producción
hidroeléctrica, de unos kilowatios que luego
derrochamos, o de unas miles de toneladas más de
maíz subvencionado. Vayan al Sella, al Noguera
Pallaresa, a Bicarrués/Murillo de Gállego, a las
vecinas gargantas de L´Ardeche en Francia, a
EE.UU. o al Canadá, y verán de qué
estamos hablando.
¿Para
qué queremos embalsar cerca de 2.000 hm3
más, si con menos de 300 hm3 nos
bastaría para atender las previsiones y
compromisos del nuevo Plan Nacional de Regadíos,
sabiendo –además– que no se han de cumplir ni
en su tercera parte? Grandes balsas y pequeños
embalses en las zonas de consumo y en barrancos
laterales es, en todo caso, lo que procede. La
Sotonera es un buen ejemplo al respecto.
El
lema “Aragón, agua y futuro” estaría bien si se nos
explicase a qué modelo de futuro se refiere. En
la carta se dramatiza la situación, hasta
desfigurarla. Se nos asegura que “de la regulación
de esos ríos (los pirenaicos se entiende) depende
el futuro de nuestros hijos”. ¿A qué hijos se
refieren? El porcentaje de hijos de
regantes/expectantes es muy pequeño, y los que
desean continuar en el campo, todavía menor. ¿Qué
futuro estamos construyendo para el resto de
nuestros hijos?
El
discurso político del agua en Aragón caerá si
alguna vez las regulaciones reclamadas fuesen
realidad. Entonces habrá que preguntarse: ”¿y,
ahora qué?”.
Don Jaume Matas lo ha dicho claro: “el
agua que sobre, se trasvasará”, es decir,
casi toda; porque ni el Estado ni el Gobierno de
Aragón –y mucho menos ACESA o el
regante/expectante–, habrán de asumir las
inversiones necesarias para poner las nuevas aguas
a regar, sencillamente porque no es negocio para
nadie. Esta es la trampa, la gran hipoteca, el último
expolio que se nos está tendiendo.
Les
damos la razón en eso de que “somos
un pueblo con capacidad de resistencia y de vencer
situaciones adversas”, porque las gentes del
Pirineo van a seguir luchando, acompañadas de
decenas o cientos de miles de personas con sentido
común y sabiduría. No les quepa la menor duda
que vencerán. Con ellos vencerá Aragón frente a
las políticas de despersonalización y de
“tierra quemada”, de chalaneo hidrológico, de
privatización de patrimonios y de destrucción. Y
los jueces les ayudarán, como ya lo están
haciendo.
¿En
qué va a quedar aquel enorme capital de ilusión
colectiva surgido un histórico 8 de Octubre? se
preguntarán muchos aragoneses, preocupados de ver
cómo seguimos incapaces de articular un discurso
sabio e ilustrado sobre el Agua en esta tierra,
rehenes de una situación patológica que sólo
sabe hablar de más y más regadíos como
paradigma de futuro y de nuestro victimismo. El
lema de una manifestación colectiva hoy podría
ser otro:“Defendiendo
los ríos, defendemos los valores de Aragón”
No
con ustedes pero sí con decenas de miles de
aragoneses, compartimos la infinita esperanza del
triunfo de la razón y el deseo de dejar a
nuestros hijos alguna esencia de lo que un día
fue un gran patrimonio de belleza y de identidad
de las gentes con su territorio. Donde mejor están
la aguas de los escasos tramos de ríos pirenaicos
todavía hermosos que aún nos quedan, es donde
están: siendo ríos, manteniendo identidades,
ofreciendo bellezas, alimentando orgullos
colectivos, y promoviendo economías respetuosas.
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