El próximo domingo en Barcelona nos
jugamos mucho. Aunque las fuerzas políticas y sociales
aragonesas han reaccionado tarde, la manifestación que
tendrá lugar el 10 de Marzo contra el Plan Hidrológico
Nacional, en vísperas de la primera cumbre europea
presidida por Aznar, promete ser la más trascendental
de cara a Europa.
Hace tan apenas año y medio, las
diversas Plataformas de Defensa del Ebro nos reuníamos
en Tortosa para lanzar lo que se denominó "la
estrategia europea". Pocos creyeron entonces
sinceramente en aquella iniciativa, y menos aún en
nuestra tarjeta de presentación europea: la Marcha
Azul. Sin embargo, lo cierto es que la Marcha desbordó
incluso nuestras más
optimistas previsiones.
La propuesta de construir un amplio
frente europeo por la Nueva Cultura del Agua, contó
desde un principio con el apoyo formal del grupo
socialista, de Izquierda Unida y de los Verdes. Sin
embargo ese apoyo, siendo de enorme valor político, era
endeble, pues suponía poco más que el apoyo formal de
las respectivas ejecutivas. La inmensa mayoría de
parlamentarios europeos ni tan siquiera había oído
hablar del PHN, de embalses que inundan pueblos o
trasvases que amenazan deltas. Y respecto a los españoles,
podemos imaginar el entusiasmo que supondría este
compromiso entre los europarlamentarios de regiones como
Murcia, Valencia, o incluso Andalucía y La Mancha,
donde la tradicional demagogia del hormigón sigue
intacta, pues el debate sobre la Nueva Cultura del Agua
tan apenas si se ha lanzado.
TRAS LA MARCHA, una labor paciente y
discreta, despacho a despacho, por parte de los
afectados del Delta y del Pirineo, ha ido generando una
red de información entre los eurodiputados que permitió
recientemente presentar el estudio de Evaluación
Ambiental Estratégica elaborado por la Fundación Nueva
Cultura del Agua, con el apoyo público de cinco grupos
parlamentarios, incluidos los Liberales y el EDD
(conservadores), aislando al Grupo Popular junto a los
Neofascistas. Poco después, se aprobaba en la Comisión
de Medio Ambiente con el apoyo de estos grupos, una moción
crítica al PHN, a incluir en el texto por el desarrollo
sostenible que el Parlamento presentará en la cumbre de
Barcelona. Ante la posibilidad de que el pleno la
ratificara, no se recuerda en el Parlamento una campaña
de presiones tan descarada por parte de un Gobierno
europeo, para evitar lo que se perfilaba como una
humillante derrota política de Aznar en plena
presidencia de la UE.
Este es el contexto en el que José
Bono sale a la palestra pública para echar una mano al
Gobierno del PP, reiterando su apoyo al PHN. La
incoherencia y la falta de solidez política del PSOE en
esta materia salía así una vez más a la luz en mal
momento, en forma de una lamentable indisciplina interna
que dejaba por los suelos el prestigio del partido ante
Europa entera. Sin embargo, a mi entender, no hay mal
que por bien no venga. A partir de aquí el PSOE debe
reaccionar de una vez y acabar con la "hidroesquizofrenia"
que reina en sus filas.
José Bono no puede seguir abanderando
la Nueva Cultura del Agua para denostar la ampliación
del trasvase Tajo-Segura mientras defiende el trasvase
Tajo-Guadiana o apoya el del Ebro; de la misma forma que
el Partido Socialista de Aragón no puede por más
tiempo abanderar esos mismos argumentos de la Nueva
Cultura del Agua y de la justicia interterritorial
contra los trasvases mientras defiende inundar valles y
pueblos en el Pirineo para hacer más regadíos en
comarcas que ya recibieron decenas de miles de hectáreas,
y que hoy lo que requieren son urgentes inversiones en
modernización (a sabiendas para colmo de que esos
embalses acabarán siendo la base de regulación de los
trasvases, como declara ya abiertamente el Gobierno en
Bruselas).
A PESAR DE TODO, y de forma difícil
de entender, los resultados del plenario del Parlamento,
fueron sumamente positivos: una declaración que
explicita el carácter insostenible de los grandes
trasvases y la petición a la Comisión de que no
financie este tipo de proyectos. Pero no sólo eso: más
de 140 europarlamentarios, a pesar de la abstención
socialista y del voto popular, alertando a la Unión
Europea sobre la insensatez de inundar valles y pueblos
en la civilizada Europa del siglo XXI.
En todo caso, el próximo domingo día
10 de Marzo tenemos la palabra los ciudadanos. En
Barcelona, tendremos la oportunidad de dejar claro en la
calle lo que algunos políticos oscurecieron con sus
turbios juegos de poder e intrigas palaciegas. Europa
nos estará observando. Nunca en nuestras anteriores
manifestaciones hemos tenido tanta atención mediática
europea, como tendremos en la manifestación de
Barcelona.
El terremoto parlamentario que hemos
montado en Bruselas, unido al impacto de cientos de
miles de ciudadanos en Barcelona denunciando el fraude
que supondría financiar esta oleada de embalses y
trasvases con fondos europeos, que deben emplearse en
actuaciones más razonables, garantizan, desde mi punto
de vista, el fracaso de la estrategia del PP en la UE:
una estrategia basada en oscuras negociaciones políticas
de despacho que tratan de eludir el debate parlamentario
y público, bajo el supuesto de que éste no es un
problema europeo, sino un simple enfrentamiento interno
entre Gobierno y PSOE. Hoy, mal que le pese al PP, se
habla y se hablará del PHN en Europa. En este contexto,
la Comisión Europea no tendrá más remedio que asumir
un debate serio que debe terminar con la tramitación
ante los tribunales europeos de las quejas presentadas
contra el PHN.
*Profesor del Departamento de Análisis
Económico de la Universidad de Zaragoza
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