ANTONIO CERRILLO - 30/05/2005
BARCELONA
Pedro Arrojo, profesor de
Economía en Universidad de Zaragoza y presidente de la
fundación Nueva Cultura del Agua, propone una correcta
combinación del uso de las aguas subterráneas y las de
embalses de los ríos como mejor estrategia para combatir las
sequías.
-¿Qué debería hacerse para
combatir la falta de agua?
-Ahora, lo único que se
puede hacer es paliar la sequía con medidas de flexibilidad
de usos o, en algunos casos, con obras de emergencia. Es lo
único; pero esa no es la clave.
-¿Cuál es la clave,
entonces?
-La clave es preverla. En
áreas mediterráneas, la planificación hidrológica tiene que
tener como núcleo central el plan de sequía, justamente
porque la variabilidad climática hace que los problemas más
sustanciales de la gestión del agua se generen en
condiciones extremas. Hemos tenido polémicas descomunales;
se ha hecho correr ríos de tinta sobre el plan hidrológico y
no hay planes de sequía...
-El plan hidrológico los
preveía...
-Sí, pero se dejó para el
futuro y eso es un error. Debería haber sido una prioridad.
-¿Qué es un plan de sequía?
-Yo siempre digo lo que no
debe ser un plan de sequía. Generalmente, lo que se nos
vende como plan de sequía no tiene sentido. Ya nos hemos
olvidado de todo lo que nos gastamos en la anterior sequía,
que fue mucho más grave, la del 90. Puedo relatar las obras
de la época del ministro Josep Borrell que quedaron en
proyectos abandonados. Se han perdido muchos millones de
pesetas haciendo tonterías; en nombre de la urgencia: como
numerosos bombeos en Aragón que, al final, han sido
abandonados. Se invirtieron millones de pesetas en hacer
algo urgentemente que no tenía sentido.
-¿Qué no debe hacerse?
-Hacer nuevos embalses,
como se plantea, es, en general, un despropósito y supone
engañar a la gente con dinero público.
-¿Por qué?
-Nos sobran embalses, lo
que falta es agua. Es como si a un mendigo que te pide
dinero le regalas un monedero. Un mendigo no necesita un
monedero, sino dinero. Si hubiéramos hecho otro embalse,
ahora tendríamos otro embalse vacío. Si llueve, ahí tenemos
los embalses para almacenarla. Hay que romper el mito de que
el gran embalse resuelve los problemas de la sequía.
-¿Qué más mitos ve?
-Los trasvases. Si
estuviera ahora hecha la obra del trasvase del Ebro,
estaríamos en uno de los años en los que, según la letra
pequeña del PHN, no habría agua para trasvasar por ser época
de sequía mediterránea. El plan reconocía que eso pasaría un
20% de los años, y éste es uno de los años en los que hay
restricciones de agua en el valle del Ebro. Y también hay
restricciones en la zona del Júcar y, por lo tanto, el
trasvase Júcar-Vinalopó, de estar hecho, sería inoperante,
como el trasvase del Ebro.
-Sería un absurdo...
-Sí, hacer una inversión de
miles de millones en nombre de la escasez, pero que va a ser
inoperativa justamente en los años en que más se precisa, es
de un absurdo que clama al cielo. Nunca más nos pueden
engañar con estos temas.
-¿Cuál es la solución?
-La solución es aplicar el
principio de precaución. El elemento más sólido frente a la
sequía son los acuíferos subterráneos, nuestras reservas de
agua, grandes esponjas que almacenan agua y que luego la van
soltando poco a poco. Hagamos una gestión integrada de las
aguas subterráneas y superficiales previendo los ciclos de
sequía.
-¿Es su primera propuesta?
-Sí. La solución es tener
una batería de pozos, de forma que el año que viene la
sequía, con muy poco dinero, pones el agua en las acequias y
no tienes que hacer otro embalse. Hay muchos acuíferos
infrautilizados que deben usarse como reservas de sequía.
-Pero hay acuíferos
sobreexplotados.
-Eso es lo que está pasando
con los grandes acuíferos del Júcar. Históricamente, se
dejaba reposar el acuífero para el año que no venía agua por
superficie. Pero ahora, en cambio, se está sobreexplotando
todo. Se trata, en suma, de hacer del acuífero una almacén
para la prevención de la sequía. Tienen que usarse menos y
menos en años de abundancia, de manera que en esos años se
recargue para los años de sequía.
-Y también los hay
contaminados.
-Naturalmente, tú puedes
regar con agua contaminada con nitratos, pero no puedes
abastecer a una ciudad con agua con nitratos. Lógicamente,
los acuíferos que vayan a atender el abastecimiento urbano
deben ser considerados sumamente protegidos, estratégicos,
de alta calidad. y hay que emplearse a fondo para
descontaminar los acuíferos. Eso es sagrado. Pero si tenemos
una situación de emergencia y queremos usar ese acuífero en
una sequía, lo que se tiene que hacer es echar mano a
mecanismos de descontaminación, como una estación de osmosis
inversa, que es como una desalinizadora de agua de mar, que
asegura aguas de alta calidad a precios absolutamente
pagables.
-¿Y en el caso de los
embalses?
-Debemos hacer igual.
Estamos acostumbrados a que cuando hay una presa que puede
regar 30.000 hectáreas, se acabe regando en poco tiempo
40.000. Y cuando llega la sequía, ese embalse está abajo. No
necesitamos hacer otro embalse, sino darle otro uso
diferente. Y hay que hacer un cálculo de optimización para
varios años. Eso puede conducir a que donde podías regar
30.000 hectáreas, sólo puedes regar 20.000, pero son 20.000
con una potente garantía, incluso en años de sequías
menores.
-¿Y qué hacer con las
sequías más fuertes?
-La mejor solución es
contratar seguros frente a sequías extremas, al igual que
hacemos con el granizo. No vale la pena prever con 100% de
garantía el riego en un año de sequía extrema porque es más
caro.
-¿Qué son los bancos de
agua? ¿Es partidario de introducirlos?
-Sí. Algo parecido al banco
de agua ya se usó en España como emergencia en Sevilla en
los años noventa, y consistió en hacer una oferta pública a
los regantes invitando a quienes quisieran a ceder sus
derechos a cambio de 7 pesetas el m3.Se trata de hacer una
oferta de rescate coyuntural de las concesiones de agua, de
manera que quien vea que va a ganar más dinero con lo que se
le ofrece que con lo que obtenga en la cosecha va a ceder
sus derechos a quien más necesite el agua.
-Usted ha dicho que sabemos
poco acerca del agua.
-No sabemos bien lo que se
pierde, ni lo que se desaprovecha. Y ni siquiera se sabe la
que se usa porque, entre otras cosas, en las zonas en donde
hay más problemas, las aguas subterráneas son privadas. Y en
este caso no se tienen cálculos reales, y la mayor parte de
los pozos son ilegales.
-¿En dónde?
-Pozos ilegales hay en
muchas partes, pero los hay más en La Mancha y en la zona
entre Alicante y Almería; sobre todo, en Murcia y Almería.
La tesis doctoral de Julia Martínez señala que en la zona de
Águilas la mitad de los pozos no está declarada. Y en
Almería, en el año 1985, se iniciaron los trámites para
hacer la declaración de acuíferos sobreexplotados. Había
9.000 Ha bajo plásticos, y ahora hay 27.000 Ha. Luego la
mayoría o son pozos irregularmente legalizados o
irregulares; es decir, no reconocidos.
-Y tenemos el problemas de
las fugas.
-El problemas no son las
fugas, sino que el sistema de riego está lleno de
ineficiencias. Si el riego es por inundación, la eficiencia
no va a ser más allá del 60%, y si luego calculas las fugas
y la evaporación en el embalse y en transporte a cielo
abierto, puedes encontrarte que más de dos millones de
hectáreas de este país tengan una eficiencia de riego que no
llega al 50%.
|