Incluso desde
California uno se puede enterar de los inexorables
pasos que está dando el Gobierno español para
perpetrar uno de los mayores desaguisados ecológicos
de la historia ambiental de España, el Plan Hidrológico
Nacional (PHN). Sin esperar al PIDE (Plan Integral
Defensa del Ebro) que establece el propio PHN, ha
sacado a concurso el trámite burocrático del estudio
de impacto ambiental del trasvase para acelerar su
construcción en un momento que la oposición al mismo
no cesa de aumentar.
En California
existen varios trasvases y la gestión del agua es un
tema de actualidad permanente. Las leyes de
protección de las especies animales y la de las
aguas limpias han puesto en jaque la política
tradicional de construcción de infraestructuras. En
California, la protección de los ríos (y muy
especialmente de los salmones) es hoy tan
prioritaria como el abastecimiento a las
poblaciones.
Las decisiones ya
no las toma el Cuerpo de Ingenieros del Ejército,
sino que deben ser forzosamente derivadas de una
negociación entre muchos actores, entre los que se
incluyen numerosas agencias estatales y federales,
además de grupos ciudadanos, agricultores,
científicos y ONG. Nada que ver con lo que pasa en
España, donde el cuerpo de ingenieros de obras
públicas sigue tomando las decisiones sin contar
apenas con otros actores y mucho menos con los
ciudadanos, científicos y ONG, y con gran desprecio
a los efectos ambientales de su política del agua.
Más de 22 millones
de ciudadanos de California viven en la conurbación
de los dos ríos más importantes que desembocan en la
bahía de San Francisco, el Sacramento y el San
Joaquín. Su rica agricultura mueve más de 27.000
millones de dólares al año y es bien conocida su
industria de todo tipo que soporta una de las
economías más prósperas del planeta. El agua que
mueve esta economía es básicamente la de los dos
ríos mencionados, que además tienen una
biodiversidad impresionante con más de 750 especies
animales y vegetales y el 80% de las pesquerías
comerciales de salmón del estado de California.
Ante el reto de un
incremento de la población importante (se habla de
una California de 50 millones de habitantes para el
2025) y del aumento constante de la actividad
económica, ¿cómo será la política del agua de
California en estos años? La respuesta es el
programa CALFED, una iniciativa destinada a
pacificar la lucha de intereses entre los diferentes
usuarios del agua para poder llegar a un uso
sostenible del recurso que permita a la vez
abastecer de agua a todos y mantener la salud de los
ecosistemas.
El programa CALFED
es una iniciativa que coordinan 23 agencias
estatales y federales, todas al mismo nivel de
importancia, y que establece un grado de
participación muy importante en la decisión de los
proyectos a realizar a las agencias locales de los
municipios, las comarcas (counties ), los
diferentes usuarios y lo que aquí se llama
skateholders, o sea, aquellos que tengan algo
que decir en el tema como ONG, ciudadanos
concienciados...
Un aspecto
importante del programa es que reconoce que hay
muchos aspectos del problema que desconocemos y por
ello establece dos acciones: decidir con lo que
ahora sabemos, pero dejar esta decisión abierta por
si en el futuro hay que rectificar porque nuevos
conocimientos nos obligan a cambiar nuestras
decisiones.
Para ello, el
CALFED ha desarrollado un programa científico propio
para, de forma más efectiva, poder responder a
aquellas preguntas que no tienen hoy respuesta y ha
dotado a este programa de unos fondos considerables
(300 millones de dólares para los próximos siete
años).
Un comité de 30
miembros (multidisciplinar y con representación de
todos los actores), con nueve subcomités de trabajo,
asegura que el programa se siga, que llegue el
dinero para todas las acciones (los fondos vienen
tanto del Gobierno federal y del regional como de
los locales) y que se apliquen las medidas
legislativas para poder acelerar los cambios
necesarios para mejorar la gestión del agua.
¿Cuántos embalses
nuevos prevé el CALFED en los próximos 30 años? Uno,
como máximo. ¿Cuántos nuevos trasvases? Ninguno. ¿En
qué se basa su estrategia? Eficiencia en el uso del
agua, educación de los ciudadanos y políticos,
corresponsabilidad en la toma de decisiones de los
diferentes actores, restauración de los ecosistemas,
mejora de la calidad y alguna infraestructura a
decidir en el futuro si es necesaria.
¿En qué se parece
el PHN al CALFED? En nada. El primero sigue siendo
más de lo mismo, un programa de obras sin futuro
para todos los que las van a sufrir; el segundo es
una apuesta por el desarrollo sostenible. ¿Para
cuándo un programa similar en España?
*Catedrático de
Ecología de la Universidad de Barcelona y profesor
visitante de la Universidad de California, Berkeley
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