Luisa PUEYO.
JACA.-
Manel Tomàs, portavoz de la "Plataforma de
Defensa de les Terres de l’Ebre", afirma que
una nueva cultura del agua ha de romper con el Pacto
del Agua, basado en una política trasvasista,
aniquiladora de las
zonas de montaña -pese a ser la verdadera identidad
de Aragón- y del Delta, lugares donde organizar la
vida ha costado mucho sacrificio.
Manel
Tomàs explica que una nueva cultura del agua ha de
romper con el Pacto del Agua, basado en la inercia de
hace 100 años y en una política trasvasista, ligada
a intereses económicos de grandes constructoras e
hidroeléctricas, “las verdaderas propietarias del
Estado”. La oposición a los grandes embalses en el
Pirineo “la hacemos nuestra porque su finalidad es
el trasvase, pero además, regar Monegros supone un
retorno de aguas al Ebro que agravaría la actual
salinidad que viene del mar con una segunda cuña
salina desde el propio río. Es la liquidación del
Delta por abajo y por arriba”.
Son
ya 18 años los que se llevan “luchando por la
supervivencia del Delta del Ebro, y cuando salió el
pacto del Agua en Aragón, lo estudiamos a fondo y nos
manifestamos críticamente en contra. La construcción
de los pantanos y el riego de los Monegros afectan al
futuro del Delta como el trasvase porque son lo
mismo”. Por eso, “tenemos muy claro que quien esté
en el Gobierno de Aragón y defienda el Pacto del Agua
no está defendiendo ni una nueva cultura del agua ni
el territorio de una manera equilibrada. Los medios
lenguajes son un arma que utiliza mucho la clase política,
y a corto plazo da votos, pero después solo le sirve
para desacreditarse ella misma y afectar a la
democracia. Algo tan importante como la dignidad del
territorio tiene que ser la cosa más clara. Si están
por la destrucción del Pirineo, que lo digan. Si
quieren defender a las zonas deprimidas no pueden
estar por el Pacto del Agua. Aragón se juega mucho
porque su identidad viene de la montaña, un
patrimonio que no se puede perder para hacerla lugar
de funcionarios y jubilados”.
Se
refiere a las similitudes entre el Delta y el Pirineo
aragonés: son “zonas deprimidas, con poco peso
demográfico, apartadas de los centros de decisión, y
vendidas a cambio de votos. En nuestro caso, CiU
cambia las Terres de l’Ebre por financiación
autonómica y un pacto con el PP para estar dos años
más en el gobierno catalán. ¡Por dos años!”. Hay
otra similitud, “que somos poblaciones utilizadas
como moneda de cambio. Somos rehenes, y de esto la
gente del Delta tiene una percepción absoluta y es lo
que causa la indignación más grande. En Jaca he
visto la dignidad de la montaña y nosotros llevamos años
luchando por la dignidad de las Terres de l’Ebre.
Quienes hacemos el territorio y lo defendemos somos
sus habitantes, y de esto determinada clase política
no se da cuenta y está transgrediendo los límites de
la moralidad”.
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