YesaNo, 9-XII-2003
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Cada
río es un Ebro
M.ª
Victoria Trigo Bello
Presidenta de la
asociación Ebro Vivo - Coagret
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Nuevamente un sector de Aragón lleva a Bruselas
la movilización contra el Plan Hidrológico Nacional. La
Embajada Azul dará acogida a todos los ríos, a todos los
Ebros sobre los que planea la sombra del despotismo más
absoluto. Desde aquel nueve de Septiembre de 2001 en que la
capital belga vio sus calles más céntricas pacíficamente
ocupadas por una manifestación que, bajo la lluvia,
protagonizaba la protesta para evitar la dotación de fondos
a la maquinaria del capitalismo hidráulico español, la Nueva
Cultura del Agua ha seguido firme en su voluntad de
presentar alternativas frente a un plan que, al contrario de
lo que pregonan sus defensores, dista mucho de ser bueno
para todos y malo para ninguno. Las noticias de los
interrogantes que sindicatos agrarios de Levante plantean
respecto al precio que tendrían que pagar por el agua
trasvasada, o la preocupación en el alicantino pueblo de
Monóvar por la construcción de un pantano para recepción de
caudales, van siendo nuevos puntos negros en la barbarie de
este Plan Hidrológico Nacional. La oposición al mismo va
calando cada vez en más amplios niveles de la población: ya
no es una cuestión reservada en exclusiva a científicos y a
ecologistas cualificados porque todos somos afectados por
los múltiples aspectos del agua.
Sin
embargo en Aragón, a pesar del avance general en la condena
de este enjambre de turbinas y cementeras, seguimos
atrapados en la rancia nostalgia, la intolerancia más
contumaz y la incapacidad para rectificar de los políticos
con más representatividad. El imprescindible debate
hidráulico en Aragón avanza lentamente. Se confunde el
diálogo con sugerir la cota media del recrecimiento de Yesa.
Se confunde la unidad con la imposición de hacer callar a
los colectivos de afectados por grandes embalses. Mientras,
se olvida que la primera piedra del trasvase espera compañía
desde que el dieciocho de Mayo de 2001 la colocara Jaume
Matas para ampliar el pantano de Yesa. “Embalsa, que algo
queda”, podría sintetizar la postura de quienes se niegan a
la moratoria de obras conflictivas en nuestra comunidad.
Si se defiende que para los problemas de Murcia
y Levante hay alternativas más rápidas, económicas y
ecológicas que el trasvase, ¿por qué no se considera que
también puede haberlas -y las hay- en Aragón?. ¿Cómo puede
despreciarse o minimizarse lo que suceda aguas abajo -delta
del Ebro- tras la detracción de caudales en las cabeceras,
caudales que tienen claro destino trasvasista...?. ¿Qué
pensaríamos si aguas arriba, las comunidades que
geográficamente nos preceden en el uso y disfrute del Ebro,
apoyaran una actuación como es el Pacto del Agua...?. ¿Es
que los ríos tienen tabiques que independizan sus aguas
entre las regiones por las que discurran...?
Madrid está jugando a amenazar. Pero en esta
ocasión el perro ladrador puede ser también ferozmente
mordedor. La montaña, desaprensivamente considerada como una
cantera de agua para el que más hectómetros pueda extraer de
sus ubres, será la gran perdedora. Mediterráneo contra
Aragón. Lechugas versus rafting.
Votos mayoritarios contra urnas
escuálidas. Es lo mismo. Y así las cosas, embadurnado
espesamente el discurso hidráulico con el espíritu de Costa
-de aquél Costa, que hoy pensaría de otro modo, como lo
harían los médicos, abogados, constructores y todo ser
racional de su generación-, el Ebro es un sable que divide
penosamente a los aragoneses. Si el Ebro es el “mega-río”
que anula la existencia de los demás cauces, si el Ebro es
el único que tiene nombre y derecho a la defensa -¡vaya
defensa, consentir robarle agua de sus afluentes para
garantizar el trasvase!-, si los demás ríos han de guardar
silencio aunque nunca pasarán por el Pilar... así no habrá
unidad posible.
A la ciudadanía zaragozana se le habla de agua
de calidad con bellas fotografías del Pirineo, pero se le
oculta el dolor irreparable de los grandes embalses, se le
silencia cómo en este año 2003, el siglo XXI las máquinas de
la Confederación Hidrográfica del Ebro han arrasado
materialmente los pueblos navarros de Itoiz y Artozqui en
aras de un pantano cuya tramitación y ubicación física están
plagadas de irregularidades y que es presentado a la opinión
pública como manantial de regadío, escondiendo así la
finalidad trasvasista del mismo. ¿Es que el Gobierno de
Aragón apoya esas conductas dictatoriales?. ¿Vamos a tener
que contar a Bruselas y al mundo entero, que en el
veinticinco aniversario de nuestra democrática constitución,
aquí se cierran los ojos ante el atropello a los que menos
pueden defenderse...?. ¿Podemos estar orgullosos de que las
obras más polémicas fueran aprobadas por quienes ahora han
de enfrentarse a la justicia...?.
Pero sin dejarnos llevar por la crispación, los
movimientos sociales hemos de seguir trabajando por un
Aragón de consenso y respeto. Hemos de ser capaces de
transmitir a las nuevas generaciones la sensibilidad por el
agua y el medio natural por encima de siglas y credos. Hemos
de revisar los textos escolares de esclavización de la
naturaleza y adoctrinamiento de las conciencias. Hemos de
demandar a nuestros políticos -especialísimamente a los
inquilinos del Pignatelli y de la Aljafería-, que sin excusa
ni demora, expliquen qué entienden por aprovechamiento de
los recursos hídricos. Sólo así, desde la transparencia y la
coherencia, llegaremos a esos puntos que nos unen, que
existen, pero que el gran capital quiere enterrar de
hormigón, avalado por la cobardía y la rutina de una
oposición más petulante que realmente consolidada.
Cada río es un Ebro, un Ebro con nombre
distinto, un Ebro que está en La Galliguera, en la canal de
Berdún, en la Ribagorza, en tierras del Moncayo, en el
Maestrazgo, en Lechago, en Morata... Un Ebro de la montaña,
un Ebro del llano, un Ebro por el que hemos ayunado, por el
que vamos a Bruselas y a donde haga falta. Cada río es un
Ebro en su historia y en su paisaje, un Ebro por el que
buscamos bisagras para articular la comunicación con todos
los sectores, un Ebro por el que denunciamos la hipocresía
de quienes bailan al son de muchas aguas y de diversas y
peligrosas contradicciones.
Y es que el Ebro es un río lleno de ríos, de
jinetes transparentes cabalgando hacia el mar donde, lejos
de desperdiciarse, cierran un ciclo de esa naturaleza de
cuya complejidad formamos parte. Con este planteamiento de
amor y respeto para todos los ríos y sus gentes vamos a
Bruselas y con este planteamiento de estima hacia la
totalidad de nuestro territorio físico y humano
continuaremos esta andadura en la que, quizás algún día,
contemos con el apoyo decidido y valiente del Gobierno de
Aragón.
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