Un
documento de la empresa
Ingeniería del Suelo remitido a la CHE (organismo dependiente del
Ministerio de Medio Ambiente), al que ha tenido acceso EL MUNDO,
da cuenta de la visita realizada por el técnico Antonio Soriano
tras haber sido alertado, el 2 de agosto de 2006, por la dirección
de obra de la gravedad del suceso y de la necesidad urgente de
acometer medidas «si se quiere impedir el avance de la ladera» de
manera súbita.
Sin embargo, aunque las obras del
recrecimiento de Yesa se han ralentizado, no se tiene constancia
de que se hayan acometido los trabajos urgentes propuestos en el
documento, que no son otros que retirar los 450.000 metros cúbicos
de escombros procedentes de las obras, acumulados en un vertedero
-probable causa del deslizamiento- para dejar que los tres
millones de metros cúbicos de la ladera inestable se precipiten
hacia el fondo del embalse, situado en el río Aragón, a caballo
entre Navarra y Zaragoza.
Imprudencia
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Es más, según la página web de la
CHE, el embalse de Yesa se encuentra absolutamente lleno, lo que
es una imprudencia -según las fuentes consultadas- ante una
posible caída de la ladera, ya que provocaría una ola gigante que
podría rebasar el muro de hormigón y provocar una gran crecida en
el río. Los técnicos no creen que pudiera derribar la presa de
hormigón, lo que, no obstante, originaría una gran catástrofe.
Según el profesor de Ciencias de la
Tierra de la Universidad de Zaragoza, Antonio Casas, estos
movimientos «demuestran que la ladera izquierda de Yesa es
inestable, a lo largo del embalse y donde se quiere apoyar el
estribo de la nueva presa de materiales sueltos». Ésa ha sido la
posición defendida por este experto, que ha elaborado
informes
en los años pasados desaconsejando las obras.
Sin embargo, el recrecimiento del
embalse obtuvo el Informe de Evaluación Ambiental (IEA) de Medio
Ambiente. La firmante del IEA fue la directora general de
Evaluación Ambiental, Dolores Carrillo, quien dio el visto bueno
pese a que el director general de Obras Hidráulicas de entonces,
Carlos Escartín, había licitado en el BOE realizar otro nuevo ante
lo irregular del que se avaló.
Esta situación provocó
una
demanda del Ayuntamiento de Artieda (Zaragoza) por
delitos de prevaricación, riesgo catastrófico y contra el medio
ambiente y un delito contra el patrimonio artístico, ya que el
recrecimiento de Yesa sepultará bajo el agua 12 kilómetros del
Camino de Santiago. A la demanda se sumó el Ministerio Fiscal.
En la causa, además de estar
imputadas las dos personas citadas, también lo estaban Carlos
Vázquez Cobos, secretario general técnico del Ministerio, y algún
funcionario de la CHE. La defensa de los demandantes fue llevada a
cabo por el despacho Beaumont de Pamplona, especializado en este
tipo de causas. La vista tuvo lugar en Madrid en marzo pasado,
durante más de un mes, y todos los acusados fueron absueltos. «Los
técnicos y peritos que declararon mintieron como bellacos. Se
pusieron todos de acuerdo para ayudar a los procesados», declaró
José Luis Beaumont a este diario.
Sin embargo, un recurso de casación
contra ese dictamen se verá y resolverá mañana ante la Sala
Segunda del Tribunal Supremo.
El deslizamiento anunciado por Casas
e incluso por el ingeniero que construyó Yesa,
René Petit -quien siempre mantuvo que «allí
no había que tocar nada»-, afecta a 400 metros de un
camino de servicio de las obras por el que se han llevado los
450.000 metros cúbicos de los desmontes realizados. El vertedero
está justo debajo de la ladera inestable. El peso de los
materiales del vertedero, junto al movimiento de tierras para su
construcción, parecen ser las causas del deslizamiento ladera
arriba.
Cuando se realizó
el informe técnico
en agosto, el deslizamiento tenía una velocidad «importante» de
tres centímetros cada día, según el estudio. La masa crítica que
se mueve es de 325 metros de anchura por otros 250 metros de
altura, y una profundidad media de 20 metros. Se han abierto
grietas de incluso cinco metros de profundidad.
Luis Solana, alcalde independiente
[de Chunta Aragonesista] de Artieda, señaló ayer a EL MUNDO que
intuían hace tiempo que algo ocurría por la desaceleración de las
obras: «Esto lo explica todo». «Nosotros no estamos en alerta pues
vivimos aguas arriba, pero cuando se enteren los de aguas abajo,
que nunca nos han querido escuchar, me imagino que se asustarán,
porque el agua del pantano está en su cota máxima con las lluvias
y el deshielo de los últimos días».
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